Pablo Aguado debutó en el coso de La Ribera y dejó una grata impresión. El primero de la tarde tuvo tanta calidad como falta de fuerza y Aguado siempre lo llevó a media altura y muy suave cuando lo toreó por el pitón derecho. Labor seria e inteligente que el joven abrochó con molinetes de rodillas. Una estocada fulminante después de un pinchazo fue suficiente para que cortara la oreja.

El precioso cárdeno que hizo cuarto de la tarde realizó buena pelea en varas pero tuvo poca raza y, por ende, poco fondo. El sevillano, que brindó a su compañero Cadaval, tiró bien de la embestida pero el fallo con los aceros le privó de la puerta grande. Recibió una fuerte ovación.

Alfonso Cadaval manejó con suficiencia el capote delante de un novillo que se desplazó desde el inicio. Empezó la faena muletera de rodillas y condujo la prontitud, el recorrido y el temple de una embestida con la que acabó aburriendo. Pasaportó al novillo de una estocada delantera que hizo rápido efecto y le fue concedido un apéndice.

En el quinto de la tarde, Cadaval, que devolvió el brindis a Aguado, dejó una buena media verónica y se mostró dispuesto en la muleta. Un desarme a mitad del trasteo hizo que el novillo desarrollase sentido. Cadaval despenó al novillo con una estocada atravesada y desprendida y tres golpes de descabello.

Los dos novilleros sevillanos abandonaron plaza con sendas cariñosas ovaciones.