Daniel Martínez, de la Escuela Taurina de Valencia, y Ángel Téllez, de Madrid, pasearon una oreja cada uno de tres erales de Daniel Ruiz y uno de Daniel Ramos en la tarde más calurosa y menos festiva, que registró más de tres cuartos de entrada.

Téllez realizó un templado saludo a la verónica rodilla en tierra y Martínez, que volvía a su pueblo, hizo un variado quite. El madrileño brindó al público y construyó una labor que ganó enteros por el pitón izquierdo, el mejor de un novillo al que le faltó fortaleza. No hubo ajuste en un trasteo que fue a menos. El final de cercanías, en el que toreó por luquesinas sin moverse un ápice, metió al público en la actuación. Una estocada tendida hizo que el animal tardará en caer, pero valió para que paseara una oreja. Téllez estuvo dispuesto y resolutivo con el desrazado tercero, de la ganadería castellonense de Daniel Ramos. La faena cobró altura por el pitón derecho, por donde toreó con largura. Insistió por el pitón izquierdo en un quehacer intenso con momentos de calidad. Dejó una estocada tendida y se lió con el descabello, algo que demoró la petición de la oreja. Dio una vuelta al ruedo. Miguel Senent, «Miguelito», el sobresaliente de la tarde, dejó una buena media en un quite a la verónica.

Martínez lanceó bien al segundo, al que recibió de rodillas. Téllez respondió en un buen quite por chicuelinas. El becerro, destartalado de cuerna, tuvo prontitud y recorrido pero le faltó fortaleza. El valenciano destapó sus clásicas maneras por el pitón derecho, por donde templó y mandó. No se acopló por el izquierdo. Estuvo a gusto y sobresalieron los toreros ayudados por alto que abrocharon su labor. Fue volteado sin consecuencias y entró a matar recto. La colocación trasera del estoque hizo que el astado tardara en doblar. Hubo una débil petición que no llegó a cuajar. El novillero local manejó con dificultad el capote en el último de la tarde y dejó hacer el quite de nuevo a Miguelito. El de Algemesí fue volteado frente en el inicio de la faena muletera. El animal tuvo codicia y a Martínez le faltó correr bien la mano para completar su meritorio trasteo. Demostró ganas pero se amontonó con el animal más rematado de la tarde. Dejó una estocada tendida tras pinchazo y el presidente le concedió una oreja.