El teatro social de Blanca Marsillach hizo ayer parada en Valencia para traer Entre versos y Marsillach, un proyecto escénico formado por fragmentos de obras del Siglo de Oro que, con la ayuda de Obra Social la Caixa, trata de homenajear a Adolfo Marsillach, fallecido en 2002. Para ello, la actriz, que desde hace ocho años lleva a cabo varios proyectos sociales a través del teatro, fichó a 11 jubilados del Centro Especializado de Atención a Mayores (CEAM) Jorge Juan de Valencia.

«El proyecto nace del deseo de querer actuar junto a mi padre, ya que se me quedó la espinita clavada cuando murió, y ellos me recuerda mucho a él. Lo echo mucho de menos», explicó ayer la actriz junto a la directora Mónica Buiza, quien ha realizado la adaptación del homenaje que Marsillach realizó en 1997 a los autores del Siglo Oro español. «Me transmiten mucha ternura, es como trabajar con niños. Son un espejo donde mirarse», añadió la actriz en un encuentro en el que gobernó la emoción y la risa.

«Desde que llevo a cabo proyectos de teatro social me siento más mujer y mejor persona. Me gusta la idea de aportar mi granito de arena a la sociedad», aseguró la actriz. «Nosotras éramos fans de Adolfo, ¿Qué diría si nos viera?», se preguntó una de las actrices de la obra entre risas. «Cuando se es joven, se es joven toda la vida», aseguró otro de los actores citando a Picasso. «Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Los versos han entrado muy poco a poco», asegura el participante, a tenor de uno de los objetivos del proyecto: fomentar la actividad cognoscitiva para combatir enfermedades como el Alzheimer.

El rap de Góngora y Quevedo

Valencia es la tercera ciudad a la que llega el teatro social de Marsillach, tras su paso por Barcelona y Murcia. Ahora echará el ancla en otras seis ciudades, como Tenerife o Zaragoza, para acabar su gira en febrero de 2017 en Madrid. Ayer realizaron la única función de Entre versos y Marsillach en la Sala Carolina del barrio de Algirós ante más de 200 personas.

Los actores valencianos recibieron el guion en verano y apenas han tenido tres días para ensayar con la directora. «De momento, ellos han sido los mejores, por su valentía y generosidad», apuntó Marsillach. Poderoso caballero es Don Dinero de Francisco de Quevedo o Sonetos de Lope de Vega han sido algunas de las piezas que han formado parte de la obra, que también ha pasado por otras generaciones desde la compañía de Blanca Marsillach „Varela Producciones„, ya que la tuvieron que adaptar para el público juvenil en el pasado.

«Llevamos la obra a grupos de adolescentes, aunque fue una experiencia muy diferente», defendió la actriz, quien reconoció además que el teatro ha dejado de significar «algo para los jóvenes». «No tienen los mismos referentes que las personas adultas, ya que han nacido con la tecnología. Tuvimos que hacer que Góngora y Quevedo rapearan para que les interesara la iniciativa», apuntó entre risas. «Ya no les interesa el teatro, sino las redes sociales. Ni siquiera sienten interés por el cine o la televisión, ya que lo tienen todo en el móvil. Se ha perdido la conversación y el saber estar. Hay un gran aislamiento entre humanos, y el teatro es todo lo contrario», asegura la actriz.

A pesar del escepticismo, la actriz aseguró que «todavía queda esperanza», ya que como ocurre en la moda, «todo vuelve». «La interpretación es uno de los oficios más antiguos del mundo, así que tendrá que volver, pero cuando prevalezcan ciertos valores», concluyó Marsillach.