Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Músico valenciano

El esplendor de José Iturbi

Una discográfica inglesa recopila en un triple CD las grabaciones del músico valenciano durante su momento cumbre - El trabajo devuelve a la actualidad su extraordinaria carrera en Estados Unidos

El esplendor de José Iturbi

Nació, creció y murió en el siglo XX. Pero ha tenido que ser ahora, bien entrado el XXI, cuando una discográfica inglesa, la Appian Publications & Recordings (APR), ha rescatado definitivamente, con todo honor y dignidad, el desconocido pasado sonoro de José Iturbi.

El maestro valenciano realizó su primera sesión ante los micros en 1926, durante una corta visita a Londres. Pero lo hizo para la compañía Duo-Art, en cuyos rolls sonoros pueden encontrarse, aún hoy, parte de las históricas „y únicas„ grabaciones de grandes del teclado como Teresa Carreño, Paderewski, Ravel o Wanda Landowska. Pero no fue hasta su llegada a Estados Unidos cuando nuestro pianista comenzara a demostrar su personal sonido articulado. En agosto de 1933 se encerró en los antiguos estudios de la Columbia de Nueva York para grabar La maja y el ruiseñor, de Granados, junto a la Sonata en La mayor KV 331, de Mozart y Sevilla, de Albéniz. Fue solo el principio de la gran carrera discográfica que le llevaría, en la última etapa como intérprete, a fundar su propia discográfica en Los Ángeles: Turia Records.

Con un catálogo de artistas de la altura de Myra Hess, Gieseking, Richter, Edwin Fischer o Maria Yudina, el productor Michael Spring y el ingeniero de sonido Mark Oberet-Thorn, artífices de la APR, han rescatado, a partir del Archivo Sonoro de la Universidad de Maryland, esta completísima colección de 53 joyas (distribuidas en tres CD´s) firmadas por Bach, Scarlatti, Mozart, Beethoven y Debussy; sin olvidar páginas de Albéniz, Granados, Manuel de Falla, Manuel Infante, López-Chavarri así como las dos únicas piezas para piano solo, escritas por el propio Iturbi. Todo un repertorio que el maestro grabó para la Victor Company y His Master Voice entre 1933 y 1952. Casi dos décadas que constituyen el momento cumbre de su musicalidad como concertista internacional.

La edición „que acaba de ponerse a la venta en Francia, Alemania y Gran Bretaña„ se acompaña de unas precisas y documentadas notas del pianista norteamericano Jed Distler, quien con autoridad y capacidad de síntesis, plasma las calidades del universo iturbiano, esforzándose en hacer justicia con su figura. Sin duda alguna, en plena II Guerra Mundial, el acercamiento al glamour de Hollywood y su incursión en el mundo del cine, junto a sus apariciones en la radio, multiplicaron su popularidad entre miles de seguidores en todo el mundo pero también le supuso más de un disgusto y algún varapalo „poco ecuánime„ de la crítica del momento que no entendió el porqué de aquella transgresión incomprendida para el puritanismo musical de aquellos años.

Y precisamente fue después conocer el oropel de la Metro Goldwin Mayer y de la trágica muerte de su única hija, cuando decide volver a Europa y presentarse en Valencia donde jamás se le entendió como él hubiera deseado y con el carácter que merecía. A pesar de aquello, durante los sesenta y setenta, Iturbi recorrió todo el mundo: desde Argentina hasta Australia pasando por Rusia y el sur de África, manteniendo un ritmo incesante siempre supervisado por su fiel secretaria y compañera Marion Seabury.

Llama la atención que, si bien el repertorio del maestro en los años veinte y treinta incluía grandes piezas de bravura pianística como las Variaciones sobre un tema de Paganini, de Brahms; los Doce estudios trascendentales, de Liszt; Islamey, de Balakirev; las grandes sonatas de Chopin o Schubert, o la Suite Iberia, de Albéniz; su repertorio discográfico fuera, en su mayoría, piezas de corta duración que se asomaban más al mundo de los encores o propinas. ¿Lo hizo por propia decisión o sufrió las presiones de la discográfica? Nunca podremos saberlo.

Pero lo que ahora importa es que se trata de una recuperación capital para entender el porqué de su prestigio mundial: Thelonious Monk, Julius Katchen o Leopold Stokowski fueron rendidos admiradores de su talento mediterráneo, tanto en recital como secundado por las grandes orquestas de Nueva York, Boston, Rochester, la BBC, el Colón de Buenos Aires o en dúo con su hermana Amparo. Pianista, director de orquesta, compositor pero también boxeador amateur y piloto de su propio avión al que bautizó como El Turia.

Y todo fue conseguido, como le gustaba decir, «practicando cada día de la semana y todas las semanas del año». «Quizás es que no soy lo suficiente bueno „añadía„ y eso me preocupa porque siempre piensas que hay mucho más de lo que sabes. Quizás es que existe un maravilloso secreto que aún no has hecho tuyo». Su trayectoria profesional le avaló para recibir diversos homenajes en su tierra. De hecho, el conservatorio municipal lleva por título el nombre del compositor, como también el Concurso Internacional de Piano. Al parecer, Iturbi ha vuelto revalorizado. Con la perspectiva que otorga el tiempo. Y ha vuelto para quedarse.

Compartir el artículo

stats