La vuelta de la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri al palenque de Algemesí tras diecisiete años fue todo un acontecimiento. La entrada en el coso fue la mejor de toda la feria: lleno hasta las andanadas de la plaza mayor. El motivo principal de la novillada fue ver el resultado de un nuevo semental, de nombre Recadero, de la reata de la «Tienda», para refrescar la consanguinidad. De este toro se lidiaron tres hijos: primero, tercero y cuarto. Extraordinarios de prestación y variados de juego.

El novillo de mayor contenido fue el cuarto y último de la tarde por su completa, brava y poderosa condición. De nombre Trato, negro, número 30, ovacionado en el arrastre. Aitor Darío, el Gallo, imprimió suavidad al astado en el saludo capotero. El utrero, bonito pero sin perder seriedad, empujó con fijeza en el tercio de varas con un solo pitón. La faena del conquense cobró altura y se impuso con recursos por el pitón izquierdo, por donde más humillo el novillo. Buena faena, cuajada en los cimientos de la quietud y el temple para que el novillo fuera a más. Todo lo que hizo El Gallo tuvo mérito por la importancia del novillo de Cuadri. Limpieza y soltura al natural. El joven dejó una buena estocada al tercer intento que emborronó su quehacer. El astado tuvo muerte de bravo y el público lo reconoció con una fuerte ovación. El segundo de la tarde fue reservón y nunca se empleó.

De Cristian Climent cabe destacar los buenos pares de banderillas al primero de la tarde. No hubo más del novillero de El Puig. No estuvo seguro ni firme y su actuación careció de mayor brillo. La novillada de Cuadri se pegó mucho en los corrales de la Comisión Taurina a la hora del desembarque. En el encierro matutino también hubo problemas. Sin todo esto, a lo mejor hubieran sido mejores los novillos pero el resultado no hubiera variado.