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Odio a Hamlet

«Hamlet canalla»

Teatre Micalet (valencia)

De: Manuel Molins. Intérpretes: Ximo Solano, Josep Manel Casany. Dirección: Joan Peris. Coproducción: Institut Valencià de Cultura y Cia. Teatre Micalet.

Mientras veía esta nueva producción de la Cia. Micalet, recordé un título de una obra de Paul Rudnick que siempre me ha gustado: Odio a Hamlet. No hablo de la trama de esta comedia donde un actor se debate entre ganar dinero en la televisión o hacer Shakespeare, sino porque siempre he visto ambigua la actitud de Hamlet. No llego a odiarlo, claro, pero sí me ha molestado siempre su trato a Ofelia. Precisamente, esta obra de Manolo Molins, tercera parte de la trilogía Mirades sobre Shakespeare, nos redescubre otra mirada del famoso personaje, otro modo de entender su venganza ralentizada por las dudas. Pero no solo su maltrato a Ofelia, sino también a Gertrudis, o la utilización del actor y Horacio para sus intereses, o como provocador de distintas muertes€

Pero la cosa va más allá, Molins deja hablar a estos personajes secundarios, y se pregunta si la corrupción se puede combatir con corrupción. Lo que nos aporta aspectos de actualidad política, las democracias perplejas, o el oprobio inagotable que ha devenido la política al haberse quebrado los valores públicos. Molins deja de lado el metafísico To be or not to be, para recoger el Acto IV donde el Príncipe dice: «¡Oh! ¡A partir de este instante, sean de sangre mis pensamientos€!»

Pero, ¿Hamlet, más que venganza no quiere «hacer justicia»? ¿Es tan maquiavélico? El montaje, en fin, abre diversos debates, pero sin olvidar que el texto está escrito con inteligencia, pasión, y buena letra. Joan Peris ha perfilado la puesta en escena con gran esmero, llenando el ambiente de vigor y tensión dramática, en un espacio vacío (pero repleto de teatralidad por la disposición del espacio). En eso andan los actores. Ximo Solano recoge el difícil guante de este Hamlet, y acaba metiéndose en su piel (sigue siendo atractivo: es enigmático y no tan canalla como promete el título). Y notablemente camaleónico se muestra Josep M. Casany, un actor que nunca falla, al contario, marca la diferencia.

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