La libertad y la conquista del espíritu fueron las temáticas elegidas para emprender el rumbo del llamado «buque insignia» del sector cultural de la Comunitat Valenciana el 25 de octubre de 2006. Las notas de Fidelio, la única ópera de Beethoven, fueron las primeras que resonaron en el coliseo valenciano, para narrar la historia de Leonora, que disfrazada hombre rescata a su marido de la cárcel donde estaba condenado por razones políticas. Un argumento que hoy podría leerse con una socarrona ironía.

Mucho ha llovido desde esa ópera en Les Arts, un año después de su apertura oficial en 2005, que en lugar de estrenar la programación, «inauguró» un sin fin de páginas de periódicos durante casi una década donde la cultura no fue precisamente la protagonista. El edificio, que costó más de 400 millones de euros a la administración autonómica, se mantuvo en el punto de vista hasta hace ocho meses, cuando se renovó el trencadís que mantuvo «desnudo» al coliseo durante un año de obras. El estudio de Santiago Calatrava y la UTE de empresas constructoras se encargaron finalmente de sufragar el coste de la reparación, que requirió de más de 3 millones de euros sólo para la retirada del mosaico cerámico. Pese a que no es el único suceso que conforma el listado de 'chapuzas' del edificio del Palau de les Arts -como las inundaciones de la Sala Martín i Soler y la Sala Principal-, el desconche de su superficie, que comenzó ya en 2013, todavía se recuerda como el más traumático por los valencianos, ya que se produjo en un momento en el que la crisis ahogaba a la Comunitat Valenciana.

No sólo fue el departamento de Mantenimiento el único que se vio sobrepasado durante ese tiempo, pues Recursos Humanos podría escribir novelas sobre las escenas que se produjeron en los pasillos de Les Arts a partir de 2015. La detención de la intendente del coliseo, Helga Schmidt, investigada por los presuntos delitos de malversación y prevaricación en relación a los pagos de la ópera a la empresa de la que fue consejera, acabó por dinamitar el «apego» de los valencianos al coliseo.

Sin embargo, la gestión de Davide Livermore ha aportado algo de luz a Les Arts un año después del inicio de la investigación a la ex intendente, que todavía permanece abierta. La «legislatura» del responsable artístico, que ya ha alcanzado un pacto con Cultura para poder seguir su relación con Les Arts, se ha centrado en cambiar la imagen del coliseo a base de una política de puertas abiertas y una programación con pinceladas sociales, y a menudo rompedoras. Pues sólo hay que ver 'L´elisir d´amore', ópera con la que abrió el coliseo su pretemporada, despojada de pelucas, corsés y tramas que alimentan los clichés que actualmente mantienen alejadas del coliseo a las personas que sólo asocian el género a una clase social.

Nadie apostó por su continuidad tras el cambio de gobierno, pero ahora es una de las piezas angulares del proyecto cultural para la C.Valenciana, donde se integra el llamado Festival del Mediterráneo, un sueño que no será realizable hasta 2019, tal y como aseguró el propio Livermore a Levante-EMV. Algunas de sus reivindicaciones son la Ley de Mecenazgo y el Plan Valenciano de Mecenazgo y Patrocinio, todavía en el cajón del conseller Marzà, quien anunció hace unos meses que podrían tramitarse a finales de este año.

La aportación de la Generalitat al coliseo creció 2,5 millones de euros este año -un total de 15,5 millones- con tal de poder asumir la reducción de precios de las entradas de las óperas, en consonancia con la nueva política de Les Arts. Es por ello que el coliseo prevé recaudar menos esta temporada -en concreto, un millón menos-, la que probablemente «afinará» el rumbo de la ópera los próximos 10 años.