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Entrevista

José Vicente Pascual: "Pretendo que el lector se mate a preguntas, igual que yo"

«Intento acudir a la literatura con oficio, esmero y honestidad»

José Vicente Pascual: "Pretendo que el lector se mate a preguntas, igual que yo"

El último premio Nadal, Víctor del Árbol, dice de usted que tiene la imaginación de García Márquez y la prosa de Carpentier...

(Ríe) Ya se lo agradecí y le dije que era muy generoso, pero ya me gustaría a mí. Para mí, Carpentier es el prosista en castellano por antonomasia del siglo XX.

Lleva tres años viviendo en Tenerife. ¿Vivir en una isla le ha acabado empujando a escribir sobre una?

No, las dos islas son muy diferentes. Tenerife es pequeñita, como Hong Kong, y sin embargo está superpoblada: viven 900.000 habitantes y crece a un ritmo de 5.000 habitantes nuevos por año. La isla que yo imagino es un no-lugar en medio del Atlántico.

¿Y tampoco hay cierta aspiración al retiro espiritual detrás de la novela?

Evidentemente. Yo tengo dos grandes suertes: haber cumplido los 60 años y vivir en mitad del océano. Ya no estoy para líos.

¿Qué le empujó realmente a escribir «Isla de Lobos»?

Llevaba un tiempo reflexionando sobre el sentido de la permanencia, si la conciencia es un lujo inútil, porque qué falta le hará a la realidad que nosotros tengamos conciencia. Es algo sobre lo que todos los filósofos han reflexionado desde el inicio de la historia. Pensé entonces que me podía salir un rollo (ríe). Pero luego está el volcán, que rige toda la vida en la isla; el entorno me ayudó a encontrar un tono adecuado y me rodeé de unos personajes únicos e irreales, con un subrayado en la necesidad de saber sobre uno mismo, la relación con la naturaleza, la necesidad del amor como una fuerza humana...

¿Quería encontrar respuestas o asediar al público con preguntas?

Más bien eso, que el público se mate con las mismas preguntas que yo. Siempre digo que estoy en la oficina de reclamaciones y en la de interrogantes; en la de soluciones no me encuentras.

En resumen: ha querido condensar uno de los mayores interrogantes del ser humano en 200 páginas de novela.

No puedes hacerte más prolijo en el tema. No se puede escribir las 1.000 páginas de «El hombre sin atributos». No se lo lee nadie.

¿Pensaba entonces en el público?

No sé quién es el público ni me lo planteo. De eso se preocupa la editorial. Yo solo intento acudir a la literatura con esmero, honestidad y oficio. A la gente a veces le gustan las «50 sombras de Grey»... Yo se lo enseñé a mi agente y le dije que quería presentarlo al Premio Valencia, que me hacía ilusión.

¿Por qué?

Porque tengo vínculos familiares aquí. Nací en Madrid porque mis abuelos se fueron allí después de la guerra, pero eran de Valencia. Esta ciudad es una puerta a la memoria familiar, mi nombre y mis apellidos acreditan de dónde soy. Aquí siempre he sentido que estoy en mi sitio en el mundo. Para mí, lo más era vincular mi bibliografía a esta ciudad.

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