­­

­Su teatro se distingue porque son obras muy pegadas a su generación (tiene 33 años)...

Yo hago un teatro de compromiso posicionado políticamente. Pero sobre todo soy una autora de mi tiempo y hablo de lo que conozco. Pero es que eso se hacía en la antigua Grecia. Es cierto que hablo de asuntos muy concretos de nuestra sociedad, o de la crisis que hemos vivido, pero también es verdad que intento elevar los problemas a la metáfora para que no sea un teatro caduco. No me gustaría que una obra mía se considerara desfasada en 2020. No hago teatro social, es político.

¿Cómo entiende el teatro político?

Como un teatro que adopta una postura y también en el sentido de polis, donde ejerzo mi derecho a expresar los problemas de esa polis. Y adopto una postura, pero no está ligada a ningún partido.

Dice que hay que contar el horror pero de forma bella.

Es que trato temas muy arduos: hablo de memoria histórica, de bombas atómicas, de pederastia...

¿Y cómo se hace de una forma bella?

A través del lenguaje. Me interesa que sea un lenguaje cuidado; intento buscar la poesía para que no sea solo hablar del horror, sino que haya un sentido estético.

En «La armonía del silencio» une memoria histórica y familia.

Empecé hablando de mi familia pero la realidad te constriñe. Empecé hablando de un cine de películas mudas en decadencia, en los años 30. Es un grupo de músicos que tocan en estas películas y después pasamos por la Guerra Civil, y así hasta nuestros días, con la recuperación del piano de mi abuela, que eso es real. Sé dónde está, pero no lo he recuperado. Mi abuela lo vendió por necesidad en la guerra. Mi familia lo perdió todo, mi abuelo acabó condenado a muerte en un calabozo de Santa Bárbara... Son estas historias de las que no se habla mucho.

¿Y esta generación esta dispuesta a hablar más de esto?

No podemos hablar en términos generales porque no hemos inventado la pólvora. Pero es verdad que la generación que viene de la Transición se cansó de hablar del franquismo, y a nosotros nos ha tocado vivir una crisis que de alguna forma nos conecta con nuestros abuelos. Hace poco, en dos años se fueron todos mis amigos. No había nadie con quien quedar. La conexión que te decía nos hace plantearnos de dónde venimos y cuando echamos la mirada atrás vemos que hay muchas cosas sin resolver.

Una tarea titánica para una generación de la que se esperaba más bien poco.

En teatro mi generación está muy comprometida y está haciendo un trabajo interesante.

Por cierto, ¿se hace expectativas con el premio?

Me hago pocas, pero me gustaría que el premio sirviera para que se conozca mi teatro. Hasta dentro de un año no puedo contestar esto... De momento se nota en la repercusión de los medios. Esta obra la presenté a todos los teatros públicos y no me hicieron caso. Es la única obra que tengo sin estrenar. Creo que porque no la habían leído. A veces los proyectos quedan en el cajón si no vienen avalado s por un nombre famoso o porque no es el momento. Espero que ahora se atienda a otra manera de hacer teatro.

¿Cree que tiene que tumbar más prejuicios por su juventud o por ser mujer?

Por las dos. Pero mujer voy a seguir siéndolo y esto será siempre un handicap. Los teatros intentan hacer ver que van hacia la paridad o que ponen más obras de mujeres. Pero en realidad lo que hacen es programar a mujeres en ciclos y en salas pequeñas. Cuando veamos textos de autoras en grandes producciones grandes estarán cambiando las cosas.