Se dice que durante la época de la Gran Depresión estadounidense se organizaban concursos de baile donde las parejas que más aguantaban en movimiento, ganaban. Aquello era un espectáculo de supervivencia, donde los cuerpos aireaban su hambruna con la esperanza de ser los mejores. En ese contexto nace la obra teatral del director, actor y coreógrafo Alberto Velasco, que debutó ayer en las tablas de Las Naves con Danzad malditos, Premio Max al Mejor Espectáculo Revelación en 2016. Los bailarines volverán hoy a subirse a las tablas de este centro valenciano de cultura para después seguir con su gira por el territorio nacional.

«La exigencia física de la obra obliga a los actores a hacer un calentamiento bastante fuerte antes de salir a escena. El público puede sentir el jadeo y el sudor de los bailarines, tal y como ocurría durante los concursos de baile», explica Velasco, cuya obra nace de la película de Sydney Pollack con el mismo nombre. «Lo que más me llamó la atención de la película fue su vigencia en la actualidad. Seguimos igual que a principios del siglo XX, con una crisis económica bestial, y con una actitud muy escéptica hacia la vida. Ya no tenemos sueños. Es la deshumanización de la sociedad», reflexiona Velasco, que se le ha podido ver este año en producciones televisivas como Vis a vis o películas como Kiki, el amor se hace de Paco León. «Necesitamos otra vez las miradas y el contacto de los demás para volver a encontrarnos como seres humanos. De hecho, cada vez hay más actores que intentan trabajar en teatro para reencontrarse con el público», apunta.

Según el actor, la obra refleja una miseria que también se encuentra en el sector artístico, donde la inestabilidad o la precariedad están a la orden del día. «Tengo la suerte de poder hacer lo que yo quiero, pero no siempre es así. Hay que arriesgarse mucho, lanzarse al vacío», asegura Velasco, que vive un momento «dulce» de su carrera, ya que en 2015 también fue reconocido por su trabajo en la obra En el desierto de la compañía Losdedae „donde participó como intérprete„, que se llevó este año el Premio Max al Mejor Espectáculo de Danza.

La situación del actor Carlos Olalla, que apareció hace días en los medios pidiendo limosna en el metro de Madrid, afectó especialmente a Velasco, ya que comparten representante. «Se me ponen los pelos de punta. Pero no es de extrañar, hay artistas que trabajan en condiciones pésimas: sin darse de alta en la seguridad social y cobrando según lo que saquen en taquilla», detalla el actor, quien asegura que no tiene muchas esperanzas con las futuras políticas culturales del nuevo Gobierno. «Yo ya no me creo nada, ni siquiera que vayan a bajar el IVA cultural. Lo único positivo de tener un nuevo gobierno es que se podrán desbloquear los presupuestos para seguir programando», opina.