Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), el Premio Cervantes 2016, considera el reconocimiento «un final de trayecto feliz», aunque «eso no quiere decir que no vaya a hacer nada más». El escritor, que vive a caballo entre España y Londres, ciudad que considera su «refugio», fue sorprendido por la noticia «andando por la calle» en la capital británica. Así lo explicó en el Instituto Cervantes de Londres, donde se improvisó una rueda de prensa.

A sus 73 años y con 15 novelas, dos libros de relatos, dos obras de teatro y cuatro ensayos en su haber, Mendoza sustituyó el mexicano Fernando del Paso como receptor del premio más importante de las letras en español y destacó el galardón tanto por «su importancia» como por «el momento en el que llega», como un «fin de ciclo». Una elección que llegó tras cuatro votaciones por parte del jurado y que ha sido recibida con alegría por los lectores. El humor como ingrediente de su literatura y la atracción que ha despertado en capas muy amplias de lectores son algunas de las características que destacó el presidente del jurado, Pedro Álvarez de Miranda, que consideró que Mendoza mantiene «muy alto» el listón del Cervantes.

«Muchos lectores me han dicho a lo largo de mi carrera que mis libros les han hecho pasar un buen rato olvidando sus problemas», explicó Mendoza. Y esa es la razón por la que cree que «a nadie le duele» que le haya otorgado el prestigioso premio. Un galardón que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes desde hace ya 40 años „la primera edición fue en 1975 y el ganador fue Jorge Guillén„. Solo un año antes, Mendoza publicó su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, una obra que tuvo una gran acogida y ganó en 1976 el Premio de la Crítica en 1976, un éxito que le «cargó de responsabilidades».

«He vivido cincuenta años pensando que todas las esperanzas que se depositaron en mí iban a quedar frustradas pero ahora, al recibir este premio, veo que las cosas han salido más o menos bien», apuntó.

Cuando empezó su carrera como escritor vivía en Nueva York, donde era traductor de la ONU. Ahora reside parte del año en la capital británica, pero quiso aclarar que no se debe a la situación política de Cataluña, donde aseguró que nunca ha tenido «ningún problema, ni personal ni oficial». Además, subrayó que no cree que sea «una rareza» el hecho de ser catalán y escribir en castellano. «Si tuvieran que darle un premio a todos los catalanes que escriben en español se agotaría el presupuesto del Ministerio de Cultura», opinó en clave de humor.

Preguntado sobre qué momentos de su trayectoria le han venido a la cabeza tras conocer -por una llamada del ministro de Educación Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo- que había recibido el premio, Mendoza recordó cuando escribió la novela Sin noticias de Gurb (1991). «No sé ni cómo ni por qué la escribí», sostuvo. También destacó como una de sus libros más importantes El misterio de la cripta embrujada (1979), porque «abrió la puerta a un tipo de literatura más callejera».

Varios de los colegas de Mendoza, algunos de ellos favoritos al premio „dotado de 125.000 euros„, mostraron su alegría. Luis Goytisolo dice sobre él que es «un novelista muy correcto». Álvaro Pombo asegura que «es un autor con una narrativa muy brillante». Mientras Juan Marsé, Premio Cervantes 2008, considera que «se lo merecía desde hace tiempo».