Rafael Chirbes Magraner fue declarado hijo predilecto de Tavernes de la Valldigna, el municipio en el que nació, el 3 de marzo del año 2015, apenas unos meses antes de su fallecimiento.

En aquel acto en el salón de plenos del Ayuntamiento, el novelista recordó sus juegos en una zona próxima a la vía del tren, cerca de donde estaba su casa. «Estaba lleno de polvo y allí jugábamos entre las vías, en mi querida calle Lepanto», apuntó.

El laureado escritor narró entonces como recordaba «mis calles, comida o, simplemente, el olohor a azahar de mi Tavernes». Hizo memoria de lugares que hoy no existen como el Capitolio o la sala Rosaleda, dos de los cines que había en el municipio.Emocionado, ante los vecinos de la localidad en la que creció, señaló que recordaba todos esos espacios «en cada lugar en los que he estado, Ávila, Salamanca, París o Madrid». El alcalde, Jordi Juan, describió a Chirbes como «una persona que siempre ha estado donde su ciudad, Tavernes de la Valldigna, le ha requerido y a la que siempre ha correspondido con amabilidad y humildad que siempre le ha caracterizado».

Cuando falleció, en agosto de 2015, el Gobierno local vallero y el propio Juan se involucraron desde el principio para que la figura del novelista valenciano no recibiera el homenaje que merecía y fuera siempre recordada.

De ahí, su implicación y la de la concejala de Cultura, Encar Mifsud, en la organización del acto de ayer, pero también el interés que siempre han mostrado en todo lo que atañe a la figura de su ilustre hijo predilecto.

Chirbes falleció a los 66 años el 15 de agosto del 2015 a consecuencia de un cáncer que le habían diagnosticado apenas unos días antes de la muerte. Al autor valenciano se le reconoce como uno de los mejores cronistas de su época, fama que se ganó, sobre todo, gracias a sus obras Crematorio y en La Orilla, donde hace una fotografía de la complicada situación del país.