Todo se ha reducido en «buenas intenciones», o eso es lo que piensan los dramaturgos valencianos que conforman la Associació Valenciana d'Escriptores i Escriptors Teatrals (Aveet), que ayer protagonizaron un acto reivindicativo a la entrada del Teatro Principal de Valencia, uno de los centros escénicos donde, según ellos, se ha visto «menospreciado» el trabajo de los autores valencianos. «Sabemos que la administración funciona a otro ritmo, pero estamos esperando demasiado», aseguró Gabriel Ochoa, autor de Vives, obra que es la excepción de la «norma», ya que cuenta con el respaldo del Teatre Escalante. «Necesitamos una línea de actuación clara, y hasta ahora la administración ha sido muy pasiva en cuanto a la reactivación de la dramaturgia valenciana», explica. Estas palabras suponen la primera ruptura de un sector cultural con la administración valenciana desde que llegara a los puestos de mando en 2015.

Los dramaturgos esparcieron sobre el suelo del teatro de la calle La Barcas decenas de textos teatrales, como Desert de Begoña Tena o No abras a nadie de Francesc Sanguino. Todos salieron de diversos cajones de naranjas, con el objetivo de representar una imagen más cercana a la que han mostrado en los últimos años agricultores y ganaderos como consecuencia de la crisis.

La Aveet fue tajante y apuntó directamente al Institut Valencià de Cultura (IVC), acusándole de una falta «total» de política teatral en la Comunitat Valenciana dedicada a la producción de obras de dramaturgos que no se protegen bajo el paraguas de una compañía. «Somos relegados a circuitos escénicos precarios, y no tenemos presencia en teatros públicos. Ponemos sobre la mesa propuestas muy viables que no requieren un gran desembolso económico», defiende Ochoa.

Los integrantes de Aveet hicieron entrega ayer en la Conselleria de Cultura una carta firmada por los miembros del colectivo con diez reivindicaciones, entre las que se encuentra la reedición de la convocatoria de ayudas, para conceder partidas económicas a proyectos teatrales y no a textos finalizados; activar el Centro de Documentación Teatral para reforzar la presencia de la dramaturgia valenciana en bibliotecas y plataformas de difusión editorial; o el compromiso de exhibición de las producciones valencianas en teatros públicos, como el Principal, el Rialto o el Arniches de Alicante.

Para esta última reivindicación, creen necesaria la creación de un comité de lectura que seleccione y valore las creaciones teatrales de los dramaturgos valencianos, como el que dispone el Centro Dramático Nacional. Los dramaturgos también incluyeron una lista con más de 150 obras escénicas que no ha llegado a producir la administración, y que por ello, no han visto la luz.

El Teatre del Poble Valencià, sello de las producciones públicas impulsadas por la Generalitat, protagoniza otra de las críticas del colectivo, ya que considera que ha llevado a cabo una producción «mínima», y «sin una línea clara». Fruto de este sello fue la adaptación y traducción al valenciano de la obra de Bertol Brecht Happy End en el Principal, después de otras coproducciones como Hamlet Canalla en El Micalet o El cant del cos en el Rialto.

«Muchos dramaturgos valencianos se están marchando, como Víctor Sánchez, ganador de un Premio Max, que vive en Madrid desde hace tiempo», detalla Ochoa. A él, se suman la valenciana Carme Portaceli, nueva directora del Teatro Español de Madrid, donde Sánchez llevará Iván y los perros de mayo a junio de este año; o la dramaturga ganadora del Premio Nacional en Literatura Dramática el pasado año y asentada en la capital, Lola Blasco.

Todavía sin subdirector

El IVC tiene pendiente publicar la convocatoria para elegir a los subdirectores titulares de cada área, entre las que se encuentra la de Teatro y Danza, actualmente ocupada por Manuel Chaqués de manera provisional.

Aunque los dramaturgos reprochan la demora de esta designación, relativizan sobre el cambio que esta figura pudiera dar al sector, ya que, según ellos, «no ha habido voluntad por "actuar" en ninguna parte». A pesar de ello, alaban el diálogo «fluido» que mantienen con el IVC.