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Folk psicodélico, glam rock... Los géneros musicales a los que se suscribió David Bowie en alguna de sus etapas fueron casi tan extravagantes y polifacéticos como fue propia figura. El imaginario del artista británico, que ya se ha cumplido un año desde su fallecimiento en enero de 2016, se extendió más allá de los límites del vinilo y el escenario. Pues si de algo se acordaron los críticos y periodistas tras su muerte, fue de su larga lista de colaboraciones con el séptimo arte, del que se declaraba un amante proactivo. Tanto es así, que el público todavía recuerda su participación en películas como El hombre que vino de las estrellas(1976), con la que ganó el Premio Saturn al Mejor Actor en 1976.

Sin embargo, las características innatas de este artista lo llevaron a «coquetear» con el género de terror, y hoy se encargará de recordarlo Aarón Rodríguez, escritor de Apocalipsis Pop (Notorius Ediciones) y profesor de la Universitat Jaume I (UJI) de Castelló, que ofrece una charla sobre la interrelación del «Universo Bowie» con este género en el Ubik Café del barrio de Russafa en Valencia. La conferencia «Danzas macabras: Diálogos entre David Bowie y el cine de terror» se enmarca dentro del Festival Internacional de Cine de Terror de Valencia, que esta semana ha inaugurado su primera edición.

Según este escritor valenciano, la evolución de Bowie se puede rastrear a través del cine de terror. «Él fue un gran cinéfilo, y se basó en referencia literarias y fílmicas para crear sus "máscaras"», detalla Rodríguez, que asegura que Bowie se inspiró en todo ello para crear personajes «distópicos» que nacían del «malestar», como los alienígenas.

«Utilizó esas referencias y les dio un baño pop para adaptarlos al gran público y a su época». Esta, es según el escritor, una de las claves del éxito del artista británico, ya que «cada persona se podía identificar con él según su momento vital, ya que cambiaba continuamente de máscara al son de los cambios culturales». «Me gusta hablar de complicidad, porque los fans acabaron estableciendo una relación muy íntima», ya que Bowie acababa constituyendo un elemento más de la identidad de cada persona, como es la ropa o la música.

El cantante coprotagonizó en 1983 la película británica The Hunger „El ansia en español„ de Tony Scott, junto a Catherine Deneuve y Susan Sarandon. Sin embargo, la más reseñable para Rodríguez es Carretera perdida de David Lynch, a la que Bowie puso parte de la banda sonora. «En todo su trabajo, tanto en sus canciones como en sus videoclips, estuvo muy presente la ficción y el terror». Ejemplo de ello es el video de la canción Ashes to ashes, donde existen claras influencias del género de terror, como escenas en un manicomio o payasos infernales.

Quiso adaptar a Orwell

Tal fue la relación de Bowie con el cine, que incluso intentó adaptar la popular novela de George Orwell 1984, aunque la familia del escritor británico se lo impidió. «Llegó a montar un estudio para preparar el rodaje con marionetas», explica el profesor, que además recuerda que en Diamond Dogs, álbum lanzado en 1974, dedicó varias canciones a este soñado largometraje. Rodríguez defiende que Bowie «fue una de las figuras más importantes para entender la evolución del siglo XXI en casi todos los términos, ya que „como el pop­„ fue fundamental para entender el estado de ánimo de nuestras sociedades». «Cada obra de Bowie fotografía casi a la perfección una época y sus vibraciones sociales», asegura. La cultura pop fue la corriente que absorbió estos cambios en forma de notas musicales, ropa o vídeos. «Es por ello que sin él nos encontramos perdidos. Estamos esperando a que aparezca la siguiente figura pop que recoja el testigo», concluye.