Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un almendro intergaláctico

«Eloísa está debajo

de un almendro»

teatro principal (valencia)

De Enrique Jardiel Poncela. Int: Cristina Gallego, Soledad Malloll, Mario Martín, Jorge Machín, Carlos Seguí, David Bueno, Fernando Huesca, Pedro G. De las Heras, Camela Lloret, Ana Azorín. Escenografía, iluminación y vestuario: Felype de Lima. Dirección: Mariano de Paco Serrano.

Tenía interés, y al mismo tiempo miedo, de ver de nuevo, en un escenario, esta querida obra de Jardiel Poncela (1940), de quien decía que «el humor es el ´zotal´ de la literatura», o que «todo puede hacerse alegremente: hasta morir». Y lo tenía (el miedo) por dos motivos. Uno: por ver si esta pieza seguía viva para un público actual. Y dos: porque aún tengo en la memoria la puesta en escena que firmara José Carlos Plaza en los años 80, en un Centro Dramático Nacional que todavía tenía presupuesto y conciencia de su papel de teatro público.

Tengo que reconocer que el tiempo ha pasado, y que lejos quedan los pateos que recibiera su autor por no seguir las consignas de un «teatro de lo sabido». También quedan lejos los afectos y efectos de un teatro de lo inverosímil. Pero queda el regusto de un clásico, como las comedias del cine norteamericano de los años 30 y 40 (¡qué carrera hubiera hecho Jardiel en Broadway!). Asimismo sigue seduciendo su modo de entender la locura, el tema que más preocupa a los personajes: estar cuerdos o dejar de estarlo, justificar su locura o aparentarla ante los demás. Pero, más allá del contenido, hay que rememorar su forma fina y sagaz de construir las réplicas y las situaciones cómicas en las que se incluye un toque de novela negra.

Mariano de Paco, en la dirección, y Ramón Paso, en la versión, han intentado modernizar este texto: ritmo; escenografía minimalista; vestuario de buen ver, con un tono gris intergaláctico; tono actoral€ Y no queda mal la propuesta estética. Es vistosa. Sin embargo, opino que esta obra necesita de hiperrealismo, para dar un mayor significado a la locura. De lo contrario vemos a seres extraños y no sorprende su locura. Por ahí anda también el problema de la interpretación: falta mayor humanidad y sobra construcción de las chifladuras. No niego algunos buenos momentos actorales, pero era importante, creo, ver de verdad a una dama y a un galán, cosa que no acontece con Cristian Gallego (Mariana) y Jorge Machín (Fernando), con un porte muy actual, de ir por casa. Paradójicamente, pienso, después de ver este montaje, que la mejor modernidad hubiera sido recobrar su sabor antiguo, como cuando vemos una película de Lubitsch.

Compartir el artículo

stats