Blasco, después de sus primeros estudios y su paso por las Escuelas Pías y el Colegio Levantino, se rodea de un ambiente especialmente literario. En el colegio ya comenzó a sentir una fuerte vocación de escritor, siendo sus primeros trabajos unos cuentecitos, leyendas históricas y algunas sátiras contra sus maestros. Según escribió Pilar Tortosa de estos primeros esbozos literarios del futuro gran novelista, no se conserva ninguno, puesto que el mismo autor los destruyó pasado algún tiempo. La primera novela la escribió Blasco en sus últimos años de bachillerato la tituló El poder de la voz, un folletín de tema romántico basado en una mujer que cantaba junto a una buhardilla del estudio de un pintor.

En 1881 Vicente conoce el amor, una joven rubia de 17 años llamada Carmen, la que le dejó una huella profunda e imborrable, tanto que en 1885 llega a publicar en Valencia una obrita de la colección Sui Generis con el título Carmen, una corta narración amorosa entre un estudiante de Derecho y una joven de la vecindad. En la contraportada se anunciaba como próximas publicaciones, dentro de la colección Leyendas y tradiciones, siete obras que Blasco tenía en preparación, entre ellas La misa de medianoche, La Sílfide y Tristán el sepulturero.

Por entonces Vicentico o Blasquet, como lo llamaban, ya comenzaba a formar parte del valencianismo militante y su relación con la sociedad valencianista de Lo Rat Penat, especialmente por su amistad con uno de sus fundadores, Constantí Llombart. El insigne poeta animó a Blasco para que colaborara en la revista literaria El Turia (antes El Miguelete) y así apareció La rosa del certamen (1883). También participaría en dos ediciones del Calendari Llemosí de Lo Rat Penat (1883 y 1884), publicando, por una parte, La Torre de la Boatella, y por otra, la leyenda árabe Fatimah, ambos trabajos escritos en valenciano. La primera narración la había escrito en noviembre de 1882, a los 15 años, convirtiéndose en el primero de sus escritos publicados junto a otros autores, una leyenda basada en un lugar histórico, la torre y la puerta de la Boatella, la que daría nombre a toda una barriada independiente de la del Mercado. El lugar formaba parte de la antigua muralla cristiana, en el área de la calle de Sant Vicent, próxima a la actual plaza de l´Ajuntament.

Lo Rat Penat premia con accésits dos de sus trabajos basados en leyendas históricas en los Jocs Florals de 1883 y 1884, Lo darrer esforç y Fets de la Història de València, este último trataba de una narración sobre las Germanías, con «El Encubierto» como protagonista principal, mítico y misterioso personaje, cuya acción transcurre en Burjassot.

El 8 de diciembre de 1883 marcaría la primera decisión importante tomada por Vicente Blasco. Marcharía a Madrid en una auténtica escapada, sin despedirse de su familia, hecho que reafirmaría su carácter aventurero e inconformista. Habitaba en un cuartucho de la calle de Segovia y trabajó como amanuense ganando lo indispensable para mal comer. Esta aventura madrileña duró tres meses, pero lo suficiente para tomar contacto con algunos personajes de la sociedad literaria y, sobretodo, con los editores de la revista La Ilustración Ibérica donde, gracias al empeño y recomendación de su amigo Sanmartin y Aguirre, llegaría a publicar varios de sus trabajos, el primero La misa de medianoche (1885), al que seguirían Fray Ramiro, Las últimas notas, La noche de San Juan y La nochebuena en Polonia (1886) ó La muerte de Capeto, Episodio maternal, El violinista, (ó El adiós a Schubert), El premio gordo y El idilio nihilista (1887).

Blasco por entonces ya era una máquina imparable y publica en la prensa y en varios almanaques de periódicos valencianos. En el Almanaque para 1884 de El Mercantil Valenciano la leyenda árabe Los Talismanes. En el Almanaque de Las Provincias para 1886, Aventura veneciana y en el del siguiente año Serenata, soneto dedicado a María (su futura esposa María Blasco del Cacho, de 16 años) y La espada del Templario, basada en una fábula provenzal. Para el Almanaque de El Alabardero de 1887 escribió un breve relato humorístico, El corto de vista, trabajo que no vemos citado en ninguno de sus repertorios.

Según Antonio Espinós, el joven Blasco, revestido de cierta notoriedad literaria, frecuenta durante aquellos años algunas tertulias en las que conoce el ambiente cultural y político, conociendo a varios personajes con los que, al paso de algún tiempo, compartiría nuevos proyectos. Es entonces cuando aparecen los Miquel Senent, Francisco Sempere o su yerno Fernando Lorca, quienes disfrutarían de la exclusividad editorial de sus obras.

Sin duda este periodo de apenas cinco años fue fundamental para la formación del Blasco escritor, pero también del Blasco agitador, político y aventurero.

Exposición: La colección Rafael Solaz abre los actos del Año Blasco Ibáñez

Desde la casa natalicia (en la ya desaparecida calle de Jabonería, 8) hasta instantáneas en París y Argentina, y momentos de su vida en Valencia. El bibliófilo Rafael Solaz muestra en El Corte Inglés de Pintor Sorolla (planta sexta) algunas de las muchísimas imágenes que posee de Vicente Blasco Ibáñez. Una iniciativa que se adelanta a todos los actos programados por el 150 aniversario del nacimiento del periodista, escritor y político.

La muestra recoge primeras ediciones, fotografías, libros dedicados, folletos y objetos del escritor valenciano más universal. Destaca una primera edición de 1882, junto a las fotografías con distintos pasajes de su vida y su amistad con el sedero Sanchis. Solaz además expone alguna de sus joyas bibliográficas blasquistas. Como la primera edición de «La araña negra». O un ejemplar de «Entre naranjos», publicada en 1900, dedicado por el propio Blasco a su amigo Pi y Margall. Así como un libro de «La maja desnuda dedicado» por Libertad Blasco.

Destaca, asimismo, una parte de la colección de las obras de Blasco Ibáñez con tapas de seda que realizó su amigo, el maestro sedero Eduardo Sanchis. Libros que fueron utilizados en algunos homenajes realizados por los republicanos al que fue su líder.

En una de las fotografías elegidas por Solaz se puede ver a Blasco Ibáñez en un mitin en la calle Barraca del Cabanyal abarrotado de público. Pero hay otra que explica mejor la capacidad que tuvo para ser profeta en su tierra. Un arco de triunfo, al principio de la calle la Paz para conmemorar una semana cultural.