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Colectivo artístico

Los últimos del Grupo Parpalló

Nassio o Monjalés son algunos de los miembros supervivientes del colectivo artístico

Los últimos del Grupo Parpalló

A pesar de su breve recorrido „de 1956 a 1961„, el Grupo Parpalló dejó una profunda huella en la vida cultural de Valencia. El mítico colectivo artístico, surgido de la paternidad intelectual del crítico Vicente Aguilera Cerni y el liderazgo de Manolo Gil entre los jóvenes artistas locales de los años 50, perdió el domingo a otro de los nombres que figuraron en su hoy cada vez más exigua nómina.

Tras la muerte el domingo del pintor Isidor Balaguer Sanchis, más conocido como Doro Balaguer, a los 85 años, el conjunto artístico se reduce a pocos nombres de aquellos que formaron parte de él. Pocos artistas, como Ignacio Bayarri Lluch, más conocido como Nassio (Valencia, 1932) o José Soler Vidal, artísticamente llamado Monjalés (Albaida, 1932) pueden hoy dar cuenta en primera persona de aquellos tiempos y del origen de la modernidad artística valenciana durante el franquismo.

El desaparecido Balaguer estudió Bellas Artes a la Escuela de Valencia (1946-1952) pero pronto decidió viajar y se marchó a París buscando profesionalizarse. Allí participó en exposiciones colectivas, en el Colegio de España „donde residió un tiempo„ y en alguna sala comercial. Desde la capital francesa, sin perder la relación con Valencia, se vinculó con los pequeños núcleos de artistas renovadores que aparecían entonces y de manera especial con el Grupo Parpalló, iniciada hacia 1956 y disuelto en 1961. Él ha sido el último que los supervivientes de Parpalló, como Nassio o Monjalés, han tenido que despedir.

El alumno de su padre

El escultor y poeta Nassio fue alumno aventajado de su padre, Josep Maria Bayarri, también escultor, poeta y Académico de San Carlos. Cursó el bachillerato en la academia de Cabanilles, pero su formación como artista comienza en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia donde se ejercitó principalmente en el dibujo. En 1947 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, donde cursó los estudios en la especialidad de escultura.

En 1989 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, de la que más tarde fue vicepresidente, entre 2001 y 2002. En 1996 recibió la Medalla de Oro del círculo de Bellas Artes y, en octubre de 2010, la Distinción al Mérito Cultural concedido por la Generalidad Valenciana. Además, ha sido galardonado en tres ocasiones con la Medalla Nacional de Escultura.

De la mano de Segrelles

Por su parte, el pintor, escultor y ceramista Monjalés dio sus primeros pasos artísticos de la mano del dibujante José Segrelles, del que fue alumno. A los 16 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, en la que estudió desde 1948 hasta 1953. Allí entabló amistad con los maestros de la pintura valenciana del momento y con algunos artistas y críticos que iniciaban su carrera.

Dispuesto a llenar el vacío artístico creado por la guerra civil se impregnó de las corrientes europeas y desarrolló un neocubismo de soporte figurativo rigurosamente plano. Hasta 1957 realizó distintas series en las que la figura humana aparece con fuerte dinamismo. Sus últimos cuadros figurativos de aquella década son paisajes de marcado lirismo que reflejan mundos fantásticos. Su ruptura con la figuración se produjo tras un viaje por París y Bruselas, donde expuso individualmente.

En 1957 se incorporó al primer Grupo Parpalló coincidiendo con el homenaje a Manolo Gil de la revista Arte Vivo. Desde ese momento participó en todas las manifestaciones del Parpalló. Su aportación a la pintura abstracta se concretó en una gran invención de formas y la expresión a través de la materia. Desarrolló estructuras geométricas gravitando sobre espacios neutros.

En la década de los 60 se incorporó de nuevo a la figuración con un lenguaje realista. Esta gradual vuelta a la figuración es paralela a su activismo político y estudiantil como miembro del Partido Comunista. La pintura de Monjalés, de marcado acento crítico y de denuncia social, causó gran revuelo en los ambientes artísticos valencianos. Sus obras de finales de los 60 se caracterizan por la virulencia expresiva, su profundo dramatismo y el tenebrismo cromático. Hacían referencia a situaciones y personajes de actualidad.

A finales de los 60 su carrera artística se vio truncada en España al ser condenado a 14 años de cárcel por su militancia comunista. Se exilió en 1968 fijando su residencia en Bogotá. En 1991 se produjo su reencuentro con el arte valenciano con ocasión de la exposición El grupo Parpalló (1956-1961), organizada por la Diputación de Valencia y en la que expuso unas 15 obras que provenían de museos y colecciones privadas.

Más recientemente, en 2014 celebró con «felicidad» regresar a Valencia 46 años después de su partida a Bogotá, con la primera retrospectiva con dos sedes que se realizó de su obra en España, en el Centre del Carme y en la Fundación Chirivella Soriano.

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