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¿Cuándo vuelven?

Obras de Beethoven, John Adams y Schubert

Sala Iturbi.

Palau de la Música de Valencia

Cuarteto de cuerdas ATTACCA. (Amy Schroeder y Keiko Tokunaga, violines; Nathan Schram, viola y Andrew Yee, violonchelo).

Escuchar a un joven grupo como el Cuarteto Attacca resulta más que gratificante por su alto grado de perfección técnica, por la calidad del sonido y -no menos importante- por la disciplina en el concepto.

No es de extrañar el enorme listado de galardones de su curriculum. (Por cierto: ¿Quién es el responsable de esas notas biográficas tan llenas de errores garrafales de traducción y de sintaxis?). La obra troncal de la noche fue La muerte y la doncella, de Schubert, todo un desafío que requiere una planificación formal difícil de obtener por su propia complejidad. Los Attacca supieron imbuirse del dramatismo de la doncella que ve llegar su propio final con la muerte y ahí es donde Schubert se desvela, enfermo e irascible, como maestro insuperable de las cuerdas.

Precisas Schroeder y Tokunaga en los violines, decidido Nathan en la viola e apasionado Yee al cello, todos artesanos individuales del sonido mas siempre atentos al ensemble con una fuerza avasallante. Recrearon con maestría cada movimiento para llegar al Presto final como si no hubiera pasado nada aunque los socios de la SFV entendieron que había sido todo un manifiesto musical.

Comenzaron con el Cuarteto de las arpas Op. 10 (Harffenquartett) de Beethoven, apelativo recibido por el efecto de pizzicatti a manera de arpegio del arpa. No resulta esta obra especialmente agradecida para los intérpretes, pero sirvió a los Attacca para vencer la timidez inicial y afianzarse en la acústica de la Sala Iturbi.

John Adams (Worcester, 1947) ha sido uno de los grandes compositores del siglo XX. En 1994 escribió su poliédrico Libro de John de supuestas danzas, suite de 10 movimientos, original para cuarteto de cuerda y piano pre-grabado. Los Attacca escogieron 4 de ellos venciéndolos con arrojo y valentía, desentrañando todas las exigencias técnicas con las que Adams reta a los músicos desde el arco y el mástil. Aplausos y ovaciones les animaron a ofrecer el primer movimiento del Cuarteto op. 76 nº 5, de Haydn, con el que pusieron al público en pié. Seguro que vuelven.

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