El secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, aseguró ayer que han iniciado «un proceso de conexión con Palma de Mallorca y su Teatro Principal porque buscamos la normalidad [en alusión a la lengua] con Baleares, Cataluña o Andorra».

El secretario autonómico pronunció estas palabras durante la presentación de la producción mallorquina Guium o la ciutat adormida, un texto del autor y actor balear Toni-Lluís Reyes, que fue premiado con el Premi Micalet de Teatre en 2015. La obra estará en el Teatro Rialto de Valencia hasta el domingo, tras una gira por las Islas Baleares. Esta «conexión» ha cristalizado en un intercambio de producciones, ya que Happy end „la primera gran producción del Teatre del Poble Valencià„ se ha subido a las tablas de la escena mallorquina con éxito de crítica. Se trata, dijo Girona, de «la búsqueda de la normalidad en la lengua», en un «primer paso de muchos que quedan».

A la presentación también asistió el conseller de Cultura del Consell de Mallorca, Francesc Miralles, que calificó la llegada de esta obra a Valencia como «la segunda parte de un proyecto empezado para promover piezas artísticas que den visibilidad a la cultura». También estuvieron Maite Simón, representante de publicaciones de la Universitat de València (UV), y el director gerente del Teatro Palma de Mallorca, Carlos Forteza, quien incidió en este intercambio de artes escénicas como «un primer paso para la normalidad».

Por su parte, el autor y actor de la obra definió la pieza como un «thriller», ambientado en una pequeña localidad mallorquina, «aunque podría ser cualquiera del Mediterráneo». La obra narra la historia del archivo histórico de una localidad mallorquina que «esconde el secreto» de una antigua ciudad romana. Esta maquinaria argumental sube a escena una trama de intriga, corrupción e inmoralidad, con la que el autor se pregunta si «es un espejo donde encontrar la sociedad actual».

«Estremecer» al público

La intención del autor es denunciar que «están desapareciendo espacios culturales sin que nadie haga nada», al tiempo que busca «estremecer» al público con una historia de intriga que «teje una espiral en la que aparecen incluso armas».

Sobre su estreno en el Rialto, Reyes, apuntó que «es un pequeño sueño» porque «hasta ahora, los teatros institucionales estaban vetados».