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Crítica de teatro

Actores en su Laberinto

«Trio»

Teatro Rialto (valencia)

De: Rodolf Sirera. Intérpretes: Diego Braguinsky, Vanessa Cano, Héctor Fuster. Escenografía: Edison Valls. Iluminación: Ximo Olcina. Dirección: Rebeca Valls y Edison Valls. Producción: Zircó producciones, Testime Teatre.

Con esta obra (2011-2012), Rodolf Sirera retornaba a la escritura teatral de la que estaba un tanto alejado a raíz de su éxito como guionista para series de la televisión. Le salió una especie de sortilegio de la realidad (líquida) de su profesión teatral. En ella se perfila una gran decepción tanto de situaciones que le competen a sí mismo (parece que solo haya escrito El verí del teatre, se queja sarcásticamente el autor), como a la realidad en que viven los actores en una «ciudad indefinida». Un divertimento no exento de pesimismo. Y ya se sabe, el pesimista es un optimista bien informado.

El eje es un juego de relaciones y problemas profesionales de dos actores y una actriz; una vida, real y teatral, ambientada aquí y ahora. Una realidad cruel: el sentido del teatro hoy, el veneno, es trabajar; no mucho más. Es evidente que sin trabajar no se puede hacer mucho más, pero, para trabajar habría que pensar en mucho más. Ese mucho más solo puede venir de la normalización que nunca llega.

Cualquiera que conozca algo de la actual farándula, se sentirá familiarizado con lo que se dice y ocurre entre chispazos temporales: castings, paro, deseos, salas off, frustraciones, pequeños papeles intermitentes, política teatral€ Una nueva vida bohemia.

El tema es si una obra que «trata del teatro» puede agradar a los espectadores. Imagino, visto lo visto, que sí, porque, además de sabiduría teatral, las incertidumbres actorales son atractivas, así como las relaciones de este trío imperfecto. Sin embargo, ese acercamiento hubiera sido más difícil sin una gran dirección de actores. Rebeca Valls y Edison Valls han sido conscientes de ello, y han puesto en el asador escénico todo su esfuerzo (aparte enmarcar la acción en una ingeniosa y sencilla propuesta escenográfica). Se podría peinar un tanto la obra, para llegar más rápido al perspicaz final, pero la clave está clara: hablar de actores desde notables actuaciones. Los tres están estupendos. Los tres perfilan un divertido retrato de actores en su laberinto, en su precariedad, en si ciudad que empieza por «V» y acaba en «a».

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