La tercera campaña de excavaciones para encontrar los restos de Federico García Lorca ha concluido sin rastro del poeta y de las otras tres personas junto a las que fue fusilado en la madrugada del 18 de agosto de 1936: Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas. No obstante, lo que puede parecer un fiasco más en la eterna búsqueda del autor del Romancero gitano no sería tal. La investigación ha permitido localizar el pozo al que fueron arrojados los cuatro cuerpos. La falta de delimitación de su perímetro y las evidencias de que el terreno fue removido a mano, indicarían una exhumación de los restos. Además, al lado del mismo se ha encontrado un proyectil de fusil máuser con una deformación propia de una bala que ha atravesado un cuerpo humano.

Llegar hasta este punto no hubiera sido posible sin el trabajo con georradar y fotogrametría de dos investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV), Francisco García y Fernando Buchón, que ha permitido encontrar bajo un relleno de seis metros del pozo a los pies del Peñón Colorado, en el término granadino de Alfacar, al que se lanzaron los cuerpos.

La saca de García Lorca fue asesinada en la cabecera del campo de instrucción que utilizaba la Primera Bandera de la Falange, asentada en el pueblo granadino de Víznar, para sus ejercicios militares. En ese lugar, en una vaguada ligeramente ahondada sobre sustratos arcillosos del piedemonte del Peñón Colorado, se abrieron a principios del siglo XX variois pozos para captar agua para el ganado que no tuvieron éxito y fueron abandonados.

En uno de estos pozos, el más cercano a Alfacar según alguna de las fuentes, y a 25 metros de la carretera según el general Nestares, los cuerpos de los fusilados fueron enterrados porprisioneros socialistas, que a su vez sería pasados por las armas, pocos días después, en las tapias del cementerio de Granada.

Motocross y campo de fútbol

El principal reto de los investigadores ha sido localizar la citada vaguada y los pozos, pues todo había desaparecido tras la transformación completa de la zona a finales de los años 70 y durante la década de los 80, primero para su utilización como pista de motocross y luego como campo de fútbol.

«La zona se ha terraplenado con hasta rellenos de tierra de seis metros», destaca Francisco García, catedrático de Geofísica y Prospecciones de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Geodésica, Cartográfica y Topográfica de la UPV. Para reconstruir el escenario del campo de instrucción tal como era en 1938, los investigadores han utilizado fotografías aéreas de 1946, 1956 y 1973 así como fotos históricas de jerarcas de la Falange y del general Queipo de Llano visitando la zona entre 1936 y 1938.

En estas últimas imágenes se se veían los pozos tapados con piedras. Los trabajos con el georradar y la fotogrametría, e incluso un vuelo con un dron, hicieron posible primero localizar la vaguada y luego el pozo en cuestión al que apuntaban los testimonios históricos.

Según explica en un comunicado el arqueólogo que ha dirigido la excavación, Javier Navarro, el vaciado de la fosa «tendría que haberse realizado en un periodo de tiempo anterior a que los cuerpos llegaran a un estado de esqueletización, ya que en ese caso contrario se hubieran encontrado elementos fácilmente detectables en situaciones similares: botones, hebillas... Una operación, añade, que responde al deseo de «borrar las huellas» del asesinato del poeta.

Esta hipótesis concuerda con la recogida por Marta Osorio en su libro Olvido y fantasía. Crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956). En ella se cita que Agustín Gallego Burín, alcalde de Granada desde 1938 hasta 1951 salvo el periodo de 1940 a 1941 en que fue gobernador civil de esta provincia, reveló a Penón que el cadáver del poeta fue trasladado «desde su enterramiento primero hasta una de las fosas grandes, para evitar que nadie pudiera encontrarlo, dado el impacto que había ocasionado su asesinato».