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El Grao

La sede de la creación urbana

Las Naves defiende su identidad como contenedor cultural de la ciudad, que complementa su nueva faceta innovadora - El director de Inndea describe el centro como un «laboratorio» de modernización para los jóvenes talentos

La sede de la creación urbana

Entrar por la puerta de la Nave 3 de la calle Joan Verdeguer de València es exponerse a muchas sorpresas, ya que si algo representa este centro cultural „si alguna vez llegó únicamente a denominarse así„ es una colmena creativa formada por muchas disciplinas que encuentran su nexo de unión en la creatividad. Y en mayúsculas. Al pasear por cualquiera de sus pasillos, el usuario puede toparse con una sala de exposiciones con una muestra sobre enfermedades; con una habitación donde trabajan varios profesionales para la fabricación paneles solares; y hasta con Sergio Alcover, el famoso coreógrafo valenciano que participó en programa Fama a Bailar como profesor, y que ahora trabaja en uno de los proyectos del centro.

La sede «creativa» del Grao, que antes fue el decorado del circuito urbano la Formula 1 en València, está compuesta por una infinidad de salas polivalentes, locales de ensayo, un estudio de grabación, un estudio de fotografía y otro de serigrafía, una biblioteca, una cafetería y un teatro distribuidos en tres naves industriales de principios del siglo XX que fueron rehabilitadas entre 2009 y 2011.

Sus instalaciones son utilizadas por vecinos del barrio y usuarios de toda la ciudad de València. Aunque la sala que presenta mayor heterogeneidad de gentes es «Collaborative Space», dedicada al coworking, un método de trabajo que permite a diversos profesionales compartir un mismo espacio para trabajar de manera independiente o crear un proyecto en común. Un microclima propio donde se entrelaza el francés, el inglés o el español sin distorsiones.

El usuario no paga nada a cambio de ocupar la sala, aunque sí tiene que contar con el beneplácito del centro, al igual que las pequeñas empresas (startups) que desean fijar su sede temporal en La Naves. Cada una de estas empresas presenta su solicitud con la descripción de su proyecto al centro, que lo evalúa según su criterio, la mayoría de veces basado en la idea de «municipalidad».

«Este es el laboratorio de la ciudad. Queremos ser el espacio donde se prueben los prototipos antes de que se desarrollen en el verdadero escenario», asegura Rafa Monterde, director de Inndea, la fundación que regenta Las Naves tras la fusión entre tres entidades municipales: la propia Inndea, el Observatorio del Cambio Climático y Crea. «La idea es que lo que se haga aquí sirva para modernizar toda la ciudad en términos de urbanismo, movilidad, sostenibilidad o educación. Eso se podría hacer desde una pequeña oficina escondida en el Ayuntamiento, sin embargo, nosotros tenemos unas instalaciones como estas, para potenciar la innovación», explica el director. Actualmente residen 13 de estas pequeñas empresas en Las Naves.

¿Dónde está la Cultura?

Las actividades culturales, como exposiciones, conciertos o piezas escénicas, tienen sus «nichos» principales en la sala de exposiciones, el teatro denominado Espai Mutant y los patios al aire libre, donde se han realizado diferentes talleres y espectáculos. Las salas anteriormente citadas, como el estudio de grabación o las salas de ensayo, están destinadas actualmente a profesionales que trabajan en proyectos empresariales susceptibles de ser puestos en práctica en la ciudad de València.

El hecho de que al menos cuatro pequeñas empresas estén trabajando en salas insonorizadas donde anteriormente ensayaban jóvenes grupos de indie, rock o pop es debido al cambio de rumbo de Las Naves hacia la innovación multidisciplinar, aunque con una fuerte presencia del sector digital y tecnológico. Desde este año, los usuarios no pueden alquilar por días ninguna de estas salas, ya que o bien están puestas al servicio de startups o no necesitan arrendamiento, como ocurre con la sala de estudio.

Este golpe de timón, pese a sonar repentino, ha ido fraguándose durante todo un año. «Teníamos que optimizar recursos „en relación a la fusión de las tres entidades„, además de ser coherentes con nuestro entorno. Tenemos una biblioteca municipal en la calle Méndez Núñez „a 350 metros de Las Naves„, y nuestras salas de grabación propiciaban un dumping empresarial hacia otras empresas privadas», asegura Monterde, quien argumenta que estas salas se crearon con la intención de dirigirse a un público «joven y amateur» con inquietudes artísticas. Esta visión ha girado ahora hacia lo «urbano», aunque el propio Monterde afirma que el verdadero cambio en Las Naves vino propiciado por la inauguración de su teatro, Espai Mutant, en 2015 y que permanece cerrado desde diciembre a causa de la filtración de las pasadas lluvias torrenciales.

Apuesta por «lo atrevido»

Según el director, a pesar de la nueva tendencia del contenedor creativo por la innovación, la lógica de la programación cultural no ha cambiado. «El Teatre el Musical (TEM) apuesta por la escena contemporánea y por los espectáculos que atan lazos con el propio barrio. Nosotros aquí apostamos por las piezas artísticas que no se atrevería hacer otra sala de la ciudad, como La Rambleta, que no se arriesgaría a programar algo que no sabe si le hará vender entradas. Buscamos el impacto sin ningún planteamiento mercantil», apunta el director de Las Naves. Algunos ejemplos «atrevidos» son Dystopia, la obra de Juan Pablo Mendiola que se estrenó el pasado año, con un fuerte factor tecnológico, y la residencia artística que realizó La Coja Dansa en agosto, que sustituyó el mobiliario o el decorado escénico por figuras de realidad virtual.

Las Naves cuenta con 400.000 euros de presupuesto para su programación cultural este año, una partida donde también está incluida la coproducción con otras compañías, como El Pont Flotant, que presentará en mayo su primer proyecto con Las Naves, El fill que vull tindre. El centro, que en su día llegó a compararse con el centro creativo Matadero en Madrid, confía en no haber perdido un lugar preferente en la programación cultural de la ciudad con su reciente bifurcación hacia el público más especializado. Aunque avisan: «Estamos afinando la oferta. Más coproducciones están por venir».

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