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Entrevista

Javier Cercas: "Me daba vergüenza ser de una familia franquista"

«Vivimos una época paradójica, por un lado estamos sacralizando la memoria, y por otro, olvidamos rápido»

Javier Cercas: "Me daba vergüenza ser de una familia franquista"

P La Ley de Memoria Histórica cumple diez años.

R Hubiera preferido que no existiera. No hace falta una ley para desenterrar a los muertos y darles sepultura digna.

P ¿Y la reconciliación?

R El Estado debería haber organizado la digna sepultura de los cadáveres encontrados, sin necesidad de una ley. El problema es más genérico y elemental.

P ¿Cuál?

R Es el corazón del libro. El problema es que no nos hemos puesto de acuerdo sobre nuestro pasado. Si no te pones de acuerdo con tu pasado, es imposible ponerte de acuerdo sobre tu futuro. La única forma de hacer algo útil sobre el futuro es tener siempre el pasado presente.

P ¿Cómo se hace?

R En España lo hemos hecho alguna vez, por ejemplo en la Transición.

P En la Transición había nivel.

R En aquel momento no era nada fácil construir una democracia recién salidos de una dictadura. Si aquello se consiguió, y fue más o menos razonable, es porque hubo un pacto para no usar políticamente el pasado. Todos tenían el pasado reciente y tenían claro que no se podía repetir.

P ¿Cómo nos ponemos de acuerdo sobre el pasado?

R Deberíamos habernos puesto de acuerdo en lo básico. Venimos de un golpe de estado en julio de 1936 contra una República democrática. Golpe de estado organizado y financiado por la oligarquía y la iglesia, y ejecutado por el ejército y una parte importante de la población, como en mi familia Manuel Mena. A los que la oligarquía convenció gracias a los errores de la República. Eso hay que condenarlo, y aquí no se ha condenado. Por tanto, quienes tenían la razón eran los republicanos y no los franquistas.

P Sencillo, sobre el papel.

R Otra cosa es la razón moral. Unos tipos que en el bando republicano se dedicaban a matar a miles de curas y monjas tenían la razón política, estaban luchando en el lado bueno, pero no la razón moral. Eran unos canallas.

P ¿Y a la inversa?

R Hubo gente, como Manuel Mena, que se equivocaron políticamente de buena fe. No tengo ningún motivo para pensar que ese chaval era peor que yo. Incluso mejor, moralmente, porque fue capaz de jugarse la vida por unos valores en los que creía, y yo todavía no lo he hecho, y no sé si seria capaz.

P ¿Falta una condena de la derecha al franquismo?

R La derecha española no ha condenado al franquismo como si lo ha hecho con ETA, por ejemplo.

P En «El monarca de las sombras» parece que pide perdón por escribir la historia de Manuel Mena.

R Cuento la realidad. Perdón no, me daba vergüenza ser de una familia franquista.

P El franquismo duró tanto porque hubo muchas familias como la suya.

R Ese es el problema y contra eso he escrito este libro, que conecta con Soldados de Salamina, evidentemente, que era una reivindicación de la República. Este libro habla de la asunción del propio pasado. Vengo de una familia franquista, que se equivocó políticamente y tengo que asumirlo. También conecta con mi novela anterior El impostor que habla de algo muy elementar, que cuando el pasado es más difícil, el instinto natural es enmascararlo.

P ¿Por eso es tan extenso el censo de antifranquistas declarados?

R Como decía Vázquez Montalbán, durante el franquismo, los antifranquistas cambian en un autobus. Yo diría en un microbús.

P ¿Por qué ahora esta historia que siempre tuvo?

R No he sabido hacerlo antes.

P ¿El detonante es el tiempo que pasa con su madre cuando enviuda?

R Este libro he tardado toda la vida para escribirlo, no porque lo fuera aplazando, sino porque no me he visto capaz de afrontarlo, incluso técnicamente. Nunca había escrito sobre el minúsculo pueblo de Extremadura de donde procedemos yo y toda mi familia. (Ibahernando, Cáceres).

P ¿Qué dice su madre?

R Mi madre siempre ha pensado que entre Cervantes y yo había un vacio dramático en la literatura occidental. Para mi madre ese chaval Manuel era un héroe. Vivimos una época paradójica, por un lado estamos sacralizando la memoria, y por otro, olvidamos más rápidamente que nunca. Estamos en una especie de presente perpetuo, que llamo la dictadura del presente.

P ¿Olvidar es volver al pasado?

R El miedo es el peor consejero. Lo que hoy llamamos populismo, era el fascismo y el comunismo de los años treinta. Se busca un caudillo, soluciones absolutas y quien tiene la culpa: los judíos, España nos roba, la casta o Bruselas.

P En «Soldados de Salamina» hubo alguien que le acusó de maquillar el falangismo.

R Quien dice eso está imitando a Trump. Simplemente miente o es un canalla. Quien ha leído la novela sabe que es completamente falso que Sánchez Mazas sea igual que Miralles. Cuando un libro tiene éxito hay que atacarle por algún lado

P Hay muchas familias con historias parecidas a la de Mena.

R Eso quiero con este libro, pintar la historia de ese pueblo, la de todos los pueblos de España. Eso hace la literatura, convertir lo particular en universal.

P ¿Ha tenido problemas por no declararse independentista?

R He escrito artículos explicando lo que pensaba, y los «trolls» enseguida se te tiran encima. Pero ojo, me ha dicho de todo, desde errejonista a neoborbónico.

P Le va bien, ¿pensaba que podría vivir de la literatura cuando tuvo que irse a Estados Unidos?

R Nunca, siempre pensé que toda la vida iba a ser un profesor de la universidad.

P ¿Saldrá una película de «El monarca de las sombras»?

R Hay varios proyectos de películas basados en mis libros. Uno sobre mi primera novela El móvil, que la hace Martín Cuenca. Se está preparando una adaptación experimental y menos comercial de El Impostor y un proyecto a la larga de «Las leyes de la frontera».

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