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Amor, traición y muerte

«Tosca», de Puccini

teatro olympia (valència)

Intérpretes: Michelle-Francis Cook, Javier Agulló, Giulio Boschetti, August Metodiev, Giancarlo Tosi, Nikolay Bachev, Dimiter Dimitrov. Orquesta y coro de Ópera 2001. Coproducción con la Ópera de Massy (Francia). Director: Martin Mázik.

Con la platea del Olympia prácticamente al completo y el anfiteatro a rebosar para escuchar una muy digna Tosca, quedó patente que la lírica vive un magnífico momento en Valencia como también sucede en Elche, Castelló, Torrent, Catarroja o Teulada. ¿Asistieron nuestros responsables culturales, autonómicos o municipales?

Mas lo relevante de la noche fue que la Tosca presentada cumplió musicalmente con excelente puntuación gracias a unas voces solventes y a un maestro, Martin Mázik, que supo equilibrar el grupo orquestal en el foso y al coro en la escena, concertando con precisión y cuidando los volúmenes y las dinámicas. Un mérito innegable de este joven director ya con larga carrera en Centroeuropa.

El tenor ilicitano Javier Agulló fue un Cavadarossi valiente quien, poco a poco, fue asentándose en cada acto. Con buena presencia y voz apropiada, supo vencer las no pocas dificultades del papel y convencer al público de su amor por la protagonista. Puccini tuvo la «genial» ocurrencia de hacer cantar a Cavadarossi la primera aria casi al inicio de su ópera lo cual siempre es un momento arriesgado para cualquier tenor. Agulló supo sobreponerse a los nervios iniciales que, posiblemente, ocasionaron una tendencia al vibrato, lo cual controlado o corregido, hará disfrutar, aún mas de su timbre y su línea de canto. Su caída mortal en el fusilamiento fue de antología. La australiana Michelle Francis Cook, se confiesa soprano spinto y fue la gran sorpresa de la noche. Su grito de «asesino» llegó hasta la última butaca del teatro.

Venía precedida por fama y carrera en su país y en Europa. Lo confirmó. Con una atractiva figura escénica y perfecto empaque para personificar a Fiora Tosca, la Cook supo hacer suyo el rol consiguiendo una gran ovación con su Visi d´arte, momento cumbre de la lírica italiana. Lo dijo con sentimiento y entrega: tiene potencia y calidad en el registro agudo pero no menos interesante es la nobleza de sus graves que le permiten cantar, sin dificultades, Carmen, Santuzza o los Wessendock lieder de Wagner.

Igualmente convincente fue el malo Scarpia de Boschetti, personaje perverso y vengativo donde los haya. Se le escuchó con excelente voz y creíble dominio de la escena. Lo mismo hay que decir del seguro Angelotti de Metodiev o del desparpajo del Sacristan de Tosi. Bachev y Dimitrov cumplieron en sus puntuales apariciones. Todo ellos dirigidos, con imaginación y sentido común por Roberta Mattelli. En resumen: puede haber ópera más allá de los Palaus€y en el Olympia la hubo y muy digna. ¡Hasta la próxima!

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