Pepper» es un androide capaz de expresar emociones; «Handle», un obrero rápido y ágil. Los robots salen de los laboratorios para integrarse en hogares y trabajos pero, ¿quién los controla? El Parlamento Europeo ha desarrollado el primer informe sobre aparatos inteligentes y propone una regulación a gran escala para una tecnología que revolucionará todos los ámbitos de la sociedad. La inteligencia artificial camina a nuestro lado. Año 2017, 08:00 am. A la hora del café, el asistente virtual de nuestro móvil nos informa del tiempo y el estado del tráfico mientras un robot pulula por la casa para limpiar el polvo. Esto no ha hecho más que empezar. En torno al 20 por ciento de los usuarios móviles se sirven de asistentes virtuales a diario y el número de robots crece alegremente. En el mundo ya habitan más de 1,7 millones de androides y en los últimos años los «nacimientos» se han disparado según los datos de la Unión Europea. «Los robots, bots, androides y otras manifestaciones de la inteligencia artificial van a desencadenar una nueva revolución industrial que no va a dejar ningún estrato de la sociedad sin tocar», reza el informe del Comité de Asuntos Legales del Parlamento Europeo.

En él se plantean temas a tratar como la responsabilidad civil y legal de los robots, la privacidad de los datos que almacenan o la posibilidad de establecer un impuesto por su utilización. En cuanto a su conducta y diseño, se precisa que tengan un botón de apagado de fácil acceso. ¿Los robots sustituirán a los humanos en el trabajo?. Este es el mayor temor ante el avance de la robótica. La automatización de las tareas permitirá sustituir al 12 por ciento de empleados españoles, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La cuarta revolución industrial o revolución robótica termina con los trabajos manuales y repetitivos. La empresa china Foxconn, primer fabricante de móviles del mundo, prepara un plan de sustitución de 60.000 empleados por robots. En España, los «cobots» o robots colaborativos trabajan en las fábricas mano a mano con los trabajadores. La industria automovilística española tiene 392 robots por cada 10.000 empleados. Fuera de las factorías, los «chatbots» (asistentes virtuales capaces de conversar) podrían amenazar los empleos de atención al cliente. En nombres propios, «Pepper» conquistó la semana pasada al público del Congreso Mundial de Móviles de Barcelona por su realidad y capacidad para emocionarse.

Las primeras mil unidades de este ayudante de rostro afable se vendieron en tan solo un minuto en Japón a pesar del precio, unos 1.420 euros. «Handle», propiedad de Google, también asistió a la ciudad condal y destacó por su agilidad. Puede cargar 45 kilos a gran velocidad sin perder el equilibrio. «AirBlock», un pequeño robot educativo de unos 180 euros, aterriza en España a finales de marzo para introducir a los niños en el mundo de la programación. También hay androides «made in» Asturias como «Tico», un robot emotivo y fan declarado del Sporting de Gijón, creado por la compañía Adele Robots, con sede en el Parque Tecnológico

de Llanera.