Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El referente de Carmen Calvo

El imperturbable compromiso artístico

El artista sigue buscando su obra perdida tras su huída de la policía en 1967

El imperturbable compromiso artístico

El poeta dijo aquello de los orígenes y la identidad, aunque la memoria se antoja más pertinente. Nacido como José Soler Vidal (Albaida, 1932), es Monjalés para la historia del arte y también para los amigos, una adaptación artística del apelativo familiar de la villa que da nombre al valle fluvial donde creció, y donde pocos le saludan como Pepe.

Monjalés conserva una memoria prodigiosa. Nombres, lugares y situaciones se presentan de forma ordenada, una característica de los que han pasado muchos años fuera de casa, y de los intelectuales encuadrados en el materialismo histórico. Él y Nassio son los supervivientes del Parpalló, aquel grupo que abrió la puerta de la modernidad en el arte valenciano. Hace poco se murió su amigo Doro Balaguer, compañero en San Carlos y camarada de partido.

Su afiliación al Partido Comunista marca su vida y su trayectoria artística. Pudo ser uno más del Equipo Crónica, con Valdés, Solbes y Toledo, pero una disputa ideológica con Aguilera Cerni lo distanció. «En el 63 fusilan a Julián Grimau -el político comunista que volvió a España para organizar el partido desde la clandestinidad-, y en la portada de la revista Suma y sigue del arte, dibujo la defenestración de Grimau, y al fondo, un cuadro de Franco de perfil». Aguilera tachó eso con un bolígrafo en el original y aquel desencuentro provocó las primeras disfunciones internas. «Alfaro se solidarizó conmigo».

Andreu Alfaro, su gran amigo. El que le anima siempre a volver, con la mala suerte que se murió un año antes de su mudanza definitiva. Fue Alfaro, y también Doro Balaguer, quienes ofrendaron su regreso en 1977, tras las primeras elecciones democráticas , «aunque me denegaron la amnistía». Su idea era venir en 1979, cuando su hijo Lucas cursaba el bachillerato, pero la inesperada enfermedad de su mujer, una esclerosis múltiple, le atan en Bogotá hasta la muerte de su esposa.

Llegó a Colombia en marzo del 68 desde Bruselas, donde se estableció con su mujer e hijo en agosto del 1967, cuatro meses después de su huida de València. «Desde ese día pienso en volve». La noche de aquel Primero de Mayo, con las primeras revueltas antifranquistas en València, ya no durmió en casa. Huyó hacia Alicante, y de escondite en escondite hasta que pasa a la otra parte de los Pirineos. El Tribunal de Orden Público (el siniestro TOP) lo declaró en rebeldía con una pena de 14 años de cárcel.

En busca de la obra perdida

La huída deja huérfano su estudio en Corretgeria, 4, donde era habitual la presencia de Valdés y Solbes. Monjalés había contactado con el movimiento de Estampa Popular en Madrid, y entran en escena en València Tomàs Llorens - «más interesado entonces en la poesía»-, y Vicente García, el fundador de la galería Val i 30, que tenía llave de su estudio.

Aunque García le cuenta por carta que la policía había destruido toda sus obra, Monjalés sospecha que entró antes y se llevó, sin permiso, algunos cuadros. Primero obvió el resquemor, pues además de camarada, estaba empezando con la galería, pero en sus venidas a València, y en los noventa cuando prepara la primera retrospectiva, le molesta el misterio sobre dónde están aquellos cuadros de los sesenta. Y ahí ya no encontró la complicidad de García.

«Luego los cuadros han ido apareciendo», dice. Cuenta cómo recuperó un cuadro que había estado expuesto en la prestigiosa Marlborough de Londres, gracias a su amigo el periodista Bernat Capó. «Lo tenía su cuñado en Altea y cuando le dimos la vuelta, en el bastidor llevaba la etiqueta de Val i 30».

Cuando le pregunto si el exilio afectó a su ascendiente prestigio artístico, sostiene que siempre ha pintado, «aunque se rompe el circuito de las galerías». En Bogotá inicia sus series de cerámica, da clases de pintura durante cinco años en la Universidad de Los Andes y se relaciona con los intelectuales de izquierda, la mayoría profesores de la Universidad Nacional.

Se manifiesta escéptico con el proceso de paz de Colombia, «porque las fuerzas de derechas son muy poderosas, una derecha del siglo XIX"« Lo apunta alguien que ha estado 40 años en Colombia y que siempre le sorprendió la relación de Felipe González con Uribe y su clan.

«L´Any Monjalés»

«Soy consciente de lo que he hecho y puedo hacer, aunque si me hubiera quedado no sé si hubiera resistido», pronostica aquel niño que su padre envió a la casa de Segrelles porque le gustaba pintar. La celebridad local que fue capaz de colgar dos grandes retratos en el Palau de Stalin y Lenin, y después de la guerra, de Franco y José Antonio.

Sus primeros paisajes de Albaida son muy vanguardistas para la época. Pero le impacta el Jardín de las Delicias de El Bosco en Madrid y ahí emprende un largo que camino por la abstracción, el expresionismo y el informalismo. «Siempre he ido buscando y cerrando etapas. Ahora los ciclos duran poco, hay un eclecticismo donde cada uno va por donde puede».

Albaida, su alcalde, pretende organizar «L´Any Monjalés», pero el desencuentro del pintor con uno de los hijos de Messa -otro pintor local-, a cuenta de un cuadro que custodió su padre, lo pone difícil.

«Los cuatro años que he estado al lado de Balaguer me han servido para ponerme al día», por eso es muy crítico con la Transición. «Un fiasco, así están las cosas como están. Me dijo lo mismo que Raimon, que no nos hemos equivocado, parece que es pronto para que ganemos». «Hay que luchar, la emancipación como se pensaba en el siglo XIX está aparcada».

Compartir el artículo

stats