El presidente número 43 de los Estados Unidos, George W. Bush (2001-2009), abandonó la Casa Blanca hace más de ocho años, pero acaba de publicar un libro de retratos de soldados, la actividad que lo ha mantenido ocupado este tiempo. Además admite que entre sus influencias pictóricas se encuentra el pintor valenciano Joaquín Sorolla, para justificar el primitivo expresionismo que desprenden sus pinceles.

El libro Retratos del Coraje. El homenaje de un comandante en jefe a los guerreros estadounidenses -ya es el más vendido en la lista del Washington Post-, reúne 66 retratos de veteranos de las fuerzas armadas de Estados Unidos. La mayoría de los cuadros son primeros planos de la cara de los soldados.

Uno de los mejores críticos de arte del Post, Philip Kennicott, ha elogiado su obra por ser «sofisticada» y «cálida». «No importa lo que se piense de George W. Bush, en este libro y estas pinturas él demuestra virtudes que lamentablemente faltan en lo más alto de la pirámide política estadounidense: curiosidad, compasión, el compromiso de aprender algo nuevo y la humildad de aprenderlo en público», escribe Kennicott.

Pese a que su mandato reunió una campaña militar internacional iniciada con la guerra de Afganistán en 2001 y que incluyó también la invasión de Irak en 2003, una polémica reforma de la seguridad social y una modificación de la constitución para prohibir el matrimonio homosexual, Bush reconoce que se puso delante de un lienzo por primera vez a los 66 años, algo que también hizo el exprimer ministro británico Winston Churchill, otro mandatario relacionado con la guerra. En el libro escribe sobre su repentina vocación: «Seleccioné un tubo de pintura blanca y otro llamado Burnt Umber, que no sabía que era un color, pero me gustó el nombre. Me recordó a la cocina de mi madre».

Aunque la explicación de sus inicios pictóricos resulta muy poco ortodoxa, propia de alguien que se crió en el oeste de Texas y al que nunca le molestó que lo compararan con un «vaquero campechano», parece que Bush ha recuperado todas sus lagunas artísticas y ahora admite que entre sus pintores favoritos figura Sorolla, además de Lucian Freud, Wayne Thiebaud, Jamie Wyeth, Ray Turner y Fairfield Porter.

Bush comenzó primero con bodegones, para pasar luego a retratos de líderes políticos como Vladimir Putin, Tony Blair, José María Aznar o de él mismo.