Cuando se lo propusieron se negó porque pensó que con 50 años «aún» le quedaba «mucho por hacer» en la Historia del Arte, pero le convencieron y, desde ayer, Miguel Falomir sustituye en el Prado a Miguel Zugaza, «el mejor director en 200 años», alaba, aunque no respalde todo lo que se le atribuye. «Nunca, nunca, nunca, mientras yo sea el director, vamos a pedir el traslado del 'Guernica' a sus salas. Es una de las obras icónicas del siglo XX y está perfectamente donde está», subraya Falomir sobre lo que ha sido motivo de controversia con el Reina Sofía mientras el vasco ha sido director del Prado.

El tercer director de la pinacoteca en lo que va de siglo -hasta 2002 fue Fernando Checa- recalca que ambos son «museos nacionales», y que «habría que preguntarle» a Zugaza por qué, «si es que así lo piensa en realidad», creía que el «Guernica» debía trasladarse, pero él, reitera, jamás lo solicitará.

Falomir (València, 1966) tomó ayer posesión, en presencia de su antecesor durante 15 años, Miguel Zugaza, y el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, de un puesto que no tiene caducidad o la tiene toda, porque el Gobierno, que le nombró el día 17, puede destituirle «cualquier viernes».

Su negativa primera a ser el sustituto de Zugaza, que el lunes se reincorporó al Museo de Bellas Artes de Bilbao, nacía, dice, de la certeza sobre los cambios que lleva aparejados, tanto personales como profesionales.

Este experto en pintura italiana del Renacimiento, que era desde junio de 2015, el adjunto de Zugaza en Conservación e Investigación, se temía que iba a abandonar la Historia del Arte, pero le hicieron ver que la suya era una «posición maximalista» y que aceptar no suponía dejar su carrera.

Entre quienes le persuadieron, Falomir destaca a la que es la adjunta de Administración, Marina Chinchilla, y a Méndez de Vigo, que le hizo ver que las cosas «no tenían por qué ser» como él se las había planteado. A ello se sumaba, reconoce, que su candidatura era del agrado de «gran parte» de los trabajadores del Prado, 408 en plantilla.

El desafío

Entró en el museo hace 20 años, para ser el jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa, cuando cada año lo visitaban 700.000 personas y había quien iba a sus salas en busca de «una paz recoleta».

«Eso ha cambiado para siempre. Ahora son más de tres millones de visitas. Son instituciones culturales pero también atracciones turísticas. El gran reto está en combinar ambas cosas, intentar que el acceso mayoritario no vaya en detrimento de la visita», dice.

En esas dos décadas ha visto construir las oficinas en Ruiz de Alarcón, la obra de Moneo en los Jerónimos, incorporar el Casón del Buen Retiro y la entrega al Prado del Salón de Reinos.

Los otros grandes «saltos» hacia delante han derivado de la aprobación de la Ley del Prado (2003), «que en el terreno jurídico lo transformó totalmente», y los 15 años de Zugaza, «que han quitado prejuicios, han lanzado al museo a la escena internacional y han demostrado que es competitivo».

Zugaza se ha despedido con el encargo al artista chino Cai Guo-Quiang de una exposición para otoño en el Salón de Reinos y eso se inserta, dice, en el convencimiento de que, «si el Prado tiene algo de valor, es por lo que tiene de inspirador», de su conexión con el mundo que le rodea. «No vamos a hacer exposiciones de artistas que no tengan relación con el museo. Cai Guo-Quiang ya había estado en el Prado y había mostrado mucho interés en hacer cosas aquí. Tenemos la legítima obligación de conectar con nuestro tiempo», asevera.

Celebraciones del bicentenario

Ante el futuro no siente ni vértigo ni miedo, solo responsabilidad, «en la medida en la que cuidas de un acervo cultural extraordinario» y de «estar a la altura de la gestión de Zugaza, el mejor director en 200 años».

Los retos principales para «el mejor museo de pintura antigua del mundo» son las celebraciones, en 2019, del bicentenario, con un programa que se desvelará en los próximos meses, y la puesta en marcha del Salón de Reinos.

El museo, adelanta sobre el bicentenario, no pretende una conmemoración «autocelebrativa», de «mirarse el ombligo», sino abrirse aún más a la sociedad, que la población lo considere como suyo. En cuanto al Salón de Reinos, que ocuparían «200 cuadros que deben exponerse», asegura que tienen el «apoyo entusiasta» de Cultura para disponer de los fondos que harán posible su reforma, encargada a Norman Foster y Carlos Rubio.

Sobre las exposiciones por venir, recalca: «La crisis ha sido muy buena porque ha impedido que nos entregáramos al gigantismo y la mirada se ha dirigido a la colección».

«La exposición que hicimos de 'Metapintura' marca el camino que queremos seguir. Debemos meternos en la cabeza otras lecturas y salir de lo decimonónico», subraya Falomir.