El espectáculo taurino se nutre de la capacidad de emocionar como base de su razón de ser. Tan solo la disposición absoluta del Juli y Roca Rey han salvado al aficionado de esa incómoda sensación de normalidad.

El diestro de Velilla de San Antonio ha sido el auténtico triunfador del ciclo josefino por el valor de autoridad y la capacidad frente a un toro vacío de contenido aunque complicado que, poco a poco, acabó rendido y entregado a su muleta. El Juli fue oasis de raza torera en una tarde de emociones provocadas. Dos orejas incontestables más otro apéndice que paseó en su primero, tras no dejarse ganar la pelea gracias a otra labor de mando en plaza.

Andrés Roca Rey es otro gallo de pelea que puede sentarse en la mesa de los grandes al lado del torero madrileño. El viernes 17 de marzo llenó la plaza después del gran ambiente dejado la temporada pasada en el Cap i Casal. El peruano es pura vida para la fiesta y respondió a las expectativas generadas. Su mayor virtud fue templar con suavidad cada muletazo e imponerse así a su apagado lote, para salir a hombros con una oreja de cada oponente. El quite al sexto fue punto y aparte. Tras una gaonera de impactante factura, el limeño se echó el capote a la mano izquierda y se puso a torear al natural en los mismísimos medios, embraguetado con el de Núñez del Cuvillo, echándole los vuelos del percal al hocico, tirando de él con pausa y rematando con torería detrás de la cadera. Con ese gesto, Roca Rey demostró la clase de torero que puede llegar a ser porque su entrega y ambición parecen no tener fondo.

Paco Ureña demostró con la corrida de Jandilla que su tauromaquia gana enteros. El lorquino, que hilvanó dos extraordinarios saludos capoteros, realizó el toreo puro, exigente, de mando y trazo largo para cortar una oreja al quinto de la tarde y dejarse con la espada otra de su primero. Cayetano sacó la torería de los Ordóñez y la raza de los Rivera para cortar una oreja al quinto de la desrazada corrida de Juan Pedro Domecq. Ginés Marín tiró de capacidad y frescura. Román derrochó valor y demostró su compromiso sin dudas durante la tarde de los Victoriano del Río. Además, el valenciano destacó por un concepto más reposado, encajado, y no tan arrebatador como antaño.

Capítulo aparte merece el momento dulce que atraviesa Alejandro Talavante. Su propuesta artística es la más innovadora de cuantas compiten hoy por hoy en los ruedos. No obstante, al diestro extremeño le ha faltado material con el que brillar y rotundidad con la espada para conseguir mayor premio. El pobre botín cobrado en lo que respecta al capítulo auricular ha marcado su paso por la feria.

Carretero, entre los destacados

En el escalafón novilleril Andy Younes salió a hombros y Diego Carretero cortó una oreja de ley bajo el temporal. La riqueza de sus formas reside en su expresión. Un nombre de futuro a tener en cuenta. La frescura y la juventud ha sido argumento infalible para los discretos triunfos registrados en la pasada Feria de Fallas. La novillada de José Vázquez fue sobresaliente, muy completa. Entre las cuadrillas, destacaron Raúl Martí y Curro Javier en sendos soberbios pares de banderillas. También Iván García realizó un buen trabajo en la brega la tarde de los juampedros. Finalmente, durante toda la feria bajó el listón en el apartado ganadero. De hecho, la tarde de los Núñez del Cuvillo tuvieron que pasar por corrales hasta 15 toros. En ninguna corrida se vio el toro de València: un animal serio, armónico y rematado y con sus kilos apretados. Faltó trapío. Y no será por veedores. Tomen nota o la categoría de la plaza se difuminará. No se olviden que la importancia la otorga el toro.