Román Collado ha demostrado que quiere y puede ser torero. Sobre todo, por su evolución y su empeño en no dejarse ganar la pelea en los momentos difíciles. Con valor de mármol y cabeza despejada se llega lejos y el torero de Benimaclet va por la senda correcta. Enrique Ponce no pudo equilibrar con su sabia ciencia, que aportan veintisiete años de alternativa, el desfondado lote de juampedros. El valenciano debería cambiar el guión que repite insistentemente en València y que no le beneficia en absoluto. Cuatro años hacía que el de Chiva no se iba de vacío en Fallas y, también, fue en una tarde frente a la ganadería del histórico hierro de Veragua. Por otra parte, José María Manzanares fue borrado por el paso del huracán peruano Roca Rey el día 17 de marzo. El torero alicantino continúa con el aval de la buena faena de la Beneficencia con la que cortó dos orejas a un gran toro de Victoriano del Río y Valencia quiere ver esa versión. Con un ejemplar de la misma ganadería de embestida vibrante anduvo destemplado y nunca dio la sensación de mando. Ante su segundo, se mostró porfión y brilló en un buen natural como todo balance.

En el apartado novilleril, el primer valenciano que toreó en el ciclo josefino fue Miguel Senent, «Miguelito» en los carteles. El novillero sin picadores de Campanar, que debutaba en València, destacó por su personal manera de torear la tarde que se presentó en una plaza de primera la ganadería castellonense Aida Jovani. «Miguelito» demostró sitio y firmeza e hilvanó dos sentidas faenas en las que destacaron los pases de pecho, siempre al hombro contrario, con su firma. El joven, que tiene bien aprendido el oficio, acompaña al torero Jesús Duque por sus periplos salmantinos para profundizar en sus respectivos conceptos. Estar al lado de un matador de toros siempre es bueno y «Miguelito» lo ha demostrado. Cristian Climent, poderdante de Vicente Ruiz, «El Soro», continúa en su lucha por labrarse un camino en la dura travesía del escalafón inferior. El novillero de El Puig realizó una segunda faena en la que logró mayor intensidad al natural pero se le esfumó con el acero un posible trofeo. Jorge Rico, a pesar de debutar con los del castoreño en agosto del año pasado, exhibió su clásico concepto en el sexto novillo del Parralejo aunque sus oponentes tuvieron más virtudes de las que se les vieron.

Plata y azabache

El próximo 1 de mayo se conmemorará el veinticinco aniversario de la muerte de Montoliu. Y eso se notó. Ser banderillero valenciano y actuar en el coso de la calle Xàtiva significa dar el máximo cada tarde para estar a la altura de la historia. Una responsabilidad que Raúl Martí lleva tiempo madurando desde que cambió el oro por la plata para disfrutar de una profesión en la que apunta lejos. El joven subalterno de Foios, patria del «sorismo», sobresalió en la difícil lidia del astado de José Vázquez el 14 de marzo y realizó la suerte de banderillear con cabeza, valor y pureza la tarde de los Victoriano del Río. Se dejó ver muy en corto, citó con los rehiletes en la mano y clavó despacio, con eso que diferencia al resto de profesionales: la torería. Lo quiso hacer como lo hacía el malogrado Manolo Montoliu: torerísimo. Y lo logró. Esa misma tarde, César Fernández también destacó en la brega del sexto de la tarde: capotazos medidos y templados a un toro que tiraba gañafones por su falta de fuerza. Hazem, «El Sirio», completó un buen tercio de banderillas con ese animal y también se desmonteró. A los peones de la cuadrilla de Román, que siempre da gusto verlos, València les ovacionó merecidamente. José Manuel Montoliu actuó a las órdenes de Climent la tarde de la buena novillada de José Vázquez. Vestido de azul marino y plata, como su padre, lidió el cuarto novillo de la tarde potenciando sus virtudes y puso orden con las banderillas en el primero, al que Jaime Ruiz Soro dejó un buen puyazo. Al joven de El Puig también le acompañó Miguel Ángel García, puntillero del coso de Monleón. Luis Blázquez, veterano a las órdenes de José María Manzanares, pasó con solvencia por su plaza, donde ha tenido buenas actuaciones. Se mostró fácil con los rehiletes y certero con la puntilla. El banderillero alicantino Álvaro Oliver, hijo del que fuera director Escuela Taurina de Alicante desde 1981 hasta 1984 y administrador de su plaza de toros, actuó a las órdenes del novillero Jorge Rico la tarde del fuerte temporal. Lidió bien al tercer Parralejo y colocó dos dignos pares de banderillas en el sexto. La Feria de Fallas no tuvo el acento de Simón Casas ni el argumento del toro bravo pero los valencianos, bajo la sombra de Montoliu, salieron al rescate de una cultura que, afortunadamente, ellos mismos están preservando y pusieron sabor al ciclo josefino. Menos mal.