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Muestra

Octavio Vicent regresa a la Academia

La viuda del escultor dona 22 figuras de bronce a la colección de la Real Academia de Bellas Artes de València, que se convierte en centro referente de su obra - Una de las piezas es «Niña con pez», Premio Azorín en 1971

Octavio Vicent regresa a la Academia

Se dijo de él que era «escultor fallero» por afición. Sin embargo, la inquietud artística de Octavio Vicent le hizo plasmar su imaginación sobre numerosos materiales. Entre ellos, el bronce, del que se sirvió para moldear a personajes costumbristas, desnudos e incluso escenas bíblicas. Parte de este legado del artista valenciano vuelve ahora a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de la que Octavio Vicent fue académico. Su viuda, Concepción Calderón González, ha donado 22 figuras fundidas en bronce a la Academia, que se convierte en el centro artístico referente de la obra del escultor. La institución ya contaba con una medalla conmemorativa del centenario de José Segrelles y un busto de terracota de Ausiàs March que eran propiedad del escultor.

La Academia, presidida por Manuel Muñoz Ibáñez, trata ahora de acordar un convenio con la Diputación de València para que las 22 esculturas donadas por Concepción Calderón puedan ser mostradas en las comarcas de la provincia en forma de exposición itinerante. Aunque no existe un registro de ejecución de estas obras, reflejan un minucioso estudio del cuerpo humano por parte del escultor. Ejemplo de ello es «La joven del cántaro», «Muchacha portando una flor», «David con la cabeza de Goliat» o «Muchacha reclinada recogiendo un pescado». También destacan «Maternidad» y «Labrador portando un azón», como figuras profanas; o «Piedad», que representa a la Virgen María con Jesús muerto sobre su regazo, como figura religiosas.

Las esculturas, de medianas dimensiones, son todas de bronce, exceptuando la escultura religiosa anteriormente citada, que es de arcilla.

La figura del Premio Azorín

Entre las esculturas que la viuda del artista ha donado a la Academia, destaca «Niña con pez», por la que Octavio Vicent obtuvo el Premio Azorín en 1971. También fue galardonado con la Primera Medalla de la Exposición Nacional de 1950, el Premio de Escultura Mediterránea de Alicante (1957) y con el Premio Nacional de Escultura (1958).

Salvador Octavio Vicent Cortida (1913 -1999)- fue junto a Silvestre de Edeta y Esteve Edo uno de los escultores renovadores de la escultura realista y pública valenciana tras la posguerra. Catedrático de modelado al natural de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, su obra, tanto en piedra como en bronce, está ampliamente representada en València. Además de ser autor del Monumento al Maestro Serrano, ubicado en la avenida de Antiguo Reino, lo es también de la fontana de la plaza del Patriarca y del Monumento a Fray Pedro Ponce de León, del puente de San José o el del Arzobispo Olaechea, ubicado en la plaza del Arzobispo. Su técnica -a decir de los expertos- es de corte clasicista y academicista, con inspiraciones en el Renacimiento italiano del que era profundo admirador.

Fue un artista prolífico, de hecho, se llegaron a encontrar esculturas suyas en una chatarrería de València en 2013. En concreto, se encontraron dos relieves de casi cincuenta centímetros de ancho y alto y una escultura de un tamaño muy similar. Ambas en perfecto estado.

Hijo del también escultor Carmelo Vicent Suria, se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y más tarde fue becado en Roma y Florencia. Al finalizar la guerra civil continuó sus estudios en Valladolid y Barcelona, y viajó por diversos países europeos becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores español.

El «Coloso» que cayó

En su faceta de artista fallero destacó la figura plantada en la plaza del Ayuntamiento -entonces del Caudillo- en 1971. Los falleros -que hasta ese momento sufragaban el monumento, ahora municipal- quisieron plantar una falla que simbolizara la grandeza a la que había llegado la fiesta, tanto en volumen de visitantes como en el número de comisiones falleras. Es por ello, que Octavio Vicent decidió inspirarse en «El Coloso de Rodas», para construir un monumento que alcanzó los 25 metros de altura. La Falla no aguantó al fuerte viento del día de la plantà, y cayó sin remedio. Sin embargo, los falleros lo levantaron horas después.

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