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Pulmón cultural

Unos maullidos se colaron en el gran concierto de inauguración

El concejal de Cultura en 1987, Vicent Garcés, dice que «la derecha estaba histérica» contra el Palau

Joan Lerma, Ricard Pérez Casado, Javier Solana y Vicent Garcés, el 25 de abril de 1987. levante-emv

Unos onomatopéyicos «miau, miau» se oyeron en el primer concierto del Palau de la Música. Lo recuerda ahora con una sonrisa Vicent Garcés, el todopoderoso concejal de Cultura de València en 1987, pero seguro que aquel sonido minino no le hizo ninguna gracia entonces. Un gato había conseguido colarse en los conductos de aire acondicionado del auditorio.

Esa pequeña anécdota demostró la excelente acústica del Palau de la Música. Era viernes, 25 de abril, y la Orquesta Municipal de València bajo la dirección de Manuel Galduf tenía por delante un gran concierto de estreno. Pero Vicent Garcés estaba pendiente, literalmente, de todo. Él era uno de los padres intelectuales de la idea del Palau.

«Los últimos días fueron frenéticos», explica. Hubo una leyenda que corrió entonces por la ciudad, y contaba que Garcés incluso dormía en el Palau para que se cumpliera con el calendario previsto. «No es que durmiera allí, pero me pasaba todo el día, y parte de la noche coordinando los últimos retoques con los instaladores de butacas y los técnicos de luz», aclara.

Como se pudo comprobar con un auditorio a rebosar, «todo estuvo en perfectas condiciones para la inauguración», rememora. Aunque añade, «que con la perspectiva de aquella época, los recursos económicos fueron muy escasos». Una coyuntura que se cubrió con un decidido ímpetu ante una obra necesaria.

Fin al retraso

Hoy nadie discute el papel dinamizador que significó el Palau de la Música, y esta tarde toda la sociedad valenciana acudirá a celebrar su treinta cumpleaños. Pero no fue así al principio.

«La derecha estaba histérica», explica Garcés, en contra del Palau de la Música, que asegura «era la obra cultural más simbólica en València desde la construcción del Teatre Principal». Un coliseo que se inauguró en 1832, pero que no estuvo totalmente finalizado hasta el año 1854. Así que según los cálculos del exconcejal, se trataba de la primera intervención cultural de renombre en la ciudad después de 133 años.

Cuando se le pide a Vicent Garcés que argumentos se utilizaron contra el Palau, responde rápido. «Con argumentos de todo tipo». Y concreta. «Una cosa que decían era que el Palau se iba a construir en un sitio donde se desbordaba el río, y que por tanto se llevaría la construcción».

Una vez abierto, llegaron las críticas. Su excesivo frontis acristalado para un clima mediterráneo fue la diana, tanto que se hizo circular el mote de microondas. «El arquitecto confiaba en el sistema de ventilación y en la utilización de toldos», relata, pero al final se tuvo que instalar un gran equipo de climatización.

José María García de Paredes (Sevilla, 1924 - Madrid, 1990) fue el arquitecto. Un experto en grandes auditorios, que tampoco se libró de los juicios, sobre todo por la similitud del edificio con el Auditorio Nacional de la Música en Madrid.

Con todo la construcción creció, pasó la adolescencia y ha llegado a la treintena en plena producción. Aunque Garcés revela que «nosotros queríamos cubrir el techo con artesanía pero no fue posible», por razón económicas.

Recinto sostenible

«Desde el primer momento teníamos claro que se convertiría en un recinto de primer orden cultural», asegura. Un auditorio construido en el antiguo cauce del río, muy distinto al actual.

El equipo de gobierno donde Garcés gestionaba el área de Cultura, y con el alcalde Ricard Pérez Casado al frente, supo aprovechar la potencia urbanística que otorgaba el actual Jardín del Turia. «Vimos -siempre habla en plural mayestático- claro que el antiguo cauce debía convertirse en el pulmón de València», y recuerda que el proyecto «de la derecha» era construir una autovía desde lo que ahora es el Parque de Cabecera, hasta el Oceanogràfic.

El Palau de la Música es la primera puerta de la València moderna que conduce a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la urbe del siglo XXI, pero su proyecto y construcción fue un hito, tanto en el plano cultural como paisajístico. Fue el primer paso de la unión de las dos mitades de la ciudad que se encontraban en un río de gentes.

Asimismo despegó la proyección musical de València, una de las artes más enraizada en su alma urbana, que provocó un despegue con la formación de una de las mejores orquestas europeas y que al mismo tiempo hospedó a los mejores directores, orquestas y cantantes del orbe.

Se buscó una fecha emblemática para su inauguración. «Se barajaron dos días de inauguración, ambos simbólicos. El 14 de abril y el 25 de abril», y al final fue la segunda opción. Un día como hoy de hace tres décadas.

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