P ¿Cómo es la escultura que ha creado para los Premios Levante-EMV Prensa Ibérica?

R Es un trofeo de 20 x 12 x 4 centímetros y dos kilos de peso cada uno, hecho en bronce. Lo que hago es muy simple, y aún así no me sale bien (ríe). Es una L, la inicial de Levante-EMV, pero la he alado. He cogido los atributos de la diosa griega Niké y la romana Victoria, las dos aladas. La única indicación que me hicieron fue que se pudiera coger y levantar en señal de victoria y me pareció muy bien porque me gustan los trofeos que se pueden levantar. Cuando me documenté me pareció divertido que Niké se representa como señal de vitoria, en manos de alguien. Hay una estatua de Alejandro Magno que lleva a la diosa en la mano, como un triunfador. Además, le he puesto nombre: «elealada». Estas cosas tienen gracia si se perpetúan en el tiempo por eso he querido hacer algo atemporal, sobrio, que puedas colocar en un sitio de tu casa. Recuerdo con horror la desgracia que supone llevarte una cantidad de premios que tienes que guardar en un armario. Un trofeo es para hacer ostentación de él.

P ¿Cuándo llega la inspiración en encargos como este?

R Muchas veces lo veo en el momento y si no, tarda mucho en salir. En realidad, las ideas no se demoran en surgir, lo que ocurre es que cuando las compruebas no funcionan y tienes que pensar otras y eso se dilata en el tiempo.

P ¿Qué le gustaría que sintieran los premiados al recoger su obra?

R Cualquier premio es un reconocimiento, una señal de victoria sobre ti mismo, sobre los competidores o la sociedad. Es llegar a un punto donde los demás te reconocen como meritorio. Cuando extraes elementos iconográficos asentados en la cultura, como las alas, significa victoria. Hay que ser muy cuidadoso con los elementos iconográficos porque las cosas hablan por sí solas.

P ¿Cuándo considera un éxito uno de sus diseños?

R Depende de lo que entiendas por éxito: ¿satisfacción personal?, ¿que a mucha gente le guste?, ¿que repercuta en el mercado y se venda mucho? El éxito solo existe en la imaginación de los demás, no en la cabeza del creador. El éxito no me importa demasiado, lo que más me preocupa es que mi trabajo sea coherente.

P ¿Qué le hubiera gustado diseñar?

R Soy poco fetichista, tampoco soy coleccionistas. Quizás un exvoto íbero o una pieza mesopotámica...

P En general somos muy de iconos.

R Los iconos son referentes, una forma de entender la vida, el arte y la sociedad. Te adscribes a un icono como emblema; es una forma de ver unos sentimientos. Lo importante de una marca es lo que representa.

P ¿Hay algo que se escape al diseño gráfico?

R Las cosas esenciales se pueden representar todas. Las más complejas es más difícil, lo no colectivo es muy difícil de representar.

P ¿Cambia la vida después de recibir un Premio Nacional?

R No. Igual en otras disciplinas es más importante... En el caso del diseño, a veces actúa como algo negativo. La gente deja de encargarte trabajos porque piensa que les va a salir carísimo y no es así. Aunque personalmente es una alegría. Lo primero que piensas es que se han equivocado, pero no lo piensas devolver (ríe). Para mí es igual de importante hacer un diseño para una institución que para una carnicería o unas tarjetas de visita. Los proyectos, cualquiera, consumen lo único que tenemos finito, que es la vida.

P ¿Qué es para usted la belleza?

R La belleza está en la armonía, en aquello que no pretende ser nada que no es. Llevo toda mi vida aprendiendo con la goma de borrar, quitando lo que sobra, para que quede la esencia de las cosas.