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Obras

La última lección de la maestra Soler

Alejandra Soler, la «abuela de la Primavera valenciana», donó en vida su biblioteca completa a la Nicolau Primitiu - Más de 3.000 obras, entre ellas un poema dedicado de Rafael Alberti, ya han sido trasladadas al Monasterio de San Miguel de los Reyes

La última lección de la maestra Soler

Años antes de morir, la maestra Alejandra Soler -la «abuela de la Primavera valenciana», maestra republicana y primera mujer en recibir la Alta Distinción de la Generalitat el pasado 9 d´Octubre- dejó bien atado en 2013 el destino de su vasta biblioteca, formada por más de 3.000 ejemplares.

La maestra, filósofa y una de la primeras mujeres universitarias de España y atletas de València, que falleció el pasado 1 de marzo a los 103 años, quiso que su legado bibliográfico pasara a ser propiedad de todos los valencianos. Esos tres millares de libros llegaron la semana pasada desde su casa en una céntrica calle de València hasta la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu en el Monasterio de San Miguel de los Reyes. Toda una vida dedicada a la enseñanza y al estudio ocuparon 70 cajas que ya se encuentran en la biblioteca a la espera de que su contenido sea catalogado y clasificado.

Tres mil libros con los que la centenaria maestra dará su última lección a los valencianos. «La biblioteca que dona Soler es reflejo de las circustancias personales que vivieron juntos Alejandra y su marido, Arnaldo Azzati, hijo menor del periodista y político Félix Azzati», explican desde la dirección general de Cultura y Patrimonio. La donación la realizó Soler en vida en junio de 2013, año en el que manifestó su voluntad de que, a su muerte, la biblioteca que formó junto con su marido pasara a engrosar los fondos bibliográficos de la Biblioteca Valenciana. Su colección debía llamarse «Biblioteca Arnaldo Azzati y Alejandra Soler».

Un 40 % en ruso

Se trata de una colección de unos 3.000 ejemplares de diferente temática: literatura, arte, política, sociología... Y en varios idiomas: español, francés, italiano y, sobre todo, en ruso (un 40 %), ya que en Rusia vivió exiliada hasta 1971. La biblioteca de Soler formará parte de los fondos de la Biblioteca Valenciana relacionados con el exilio español y valenciano.

En las obras encontradas, destaca un poema de Rafael Alberti (Cádiz, 1902-1999) dedicado al matrimonio. «Paz, paz, paz! Paz luminosa./Una vida de armonía sobre una tierra dichosa. Para Alejandro Soler y Arnaldo Azzati en estos días del Premio Lenin de la Paz. Muy cariñosamente, Rafael Alberti», se puede leer en el documento.

Soler -que tendrá su propia calle en la ciudad (la todavía doctor Beltrán Bigorra)- nació en València en 1913. Estudió en la Institución para la Enseñanza de la Mujer y cursó Bachillerato en el Instituto Lluís Vives, donde entró a formar parte de la Federación Universitaria Escolar, un movimiento para modernizar la enseñanza y participó en revueltas durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1935 ingresó en el Partido Comunista, y un año después se licenció en Filosofía y Letras. En 1939 inició su marcha hacia el exilio, en la URSS, de donde regresó en 1971 para instalarse en Madrid y seis años después en València.

Durante el exilio en Moscú trabajó con niños españoles evacuados durante la guerra civil. Tras la segunda guerra mundial trabajó como jefa de cátedra de Lenguas Romances en la Escuela Superior de Diplomacia, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores dentro de la circunscripción Universitaria Internacional de la Universidad de Moscú. Su marido, Arnaldo Azzati, trabajó en Moscú en la sección de emisiones en español para América Latina y después fue redactor jefe de la sección en español de política internacional en la revista Tiempos Nuevos. Falleció en 1986.

Libros de añoranza

Para la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, «los libros son materiales sin vida hasta que imaginas las manos que los tocaron, el sentimiento con el que se leyeron, entonces adquieren la personalidad de sus propietarios; los libros de Alejandra Soler y Arnaldo Azzati los veo llenos de añoranza, comprados y leídos a muchos kilómetros del país que amaban pero en el que no podían vivir por su ideología. Muestran su experiencia y su defensa de la libertad y la democracia».

Siempre combativa, Soler no dudó en 2012 en dar su apoyo a los estudiantes de la Primavera valenciana. «La brutal e imposible de calificar carga policial contra los estudiantes del instituto Lluís Vives nos ha sublevado, pues nos ha traído recuerdos de cargas de otros tiempos en los que no había democracia...», decía entonces. El pasado 9 d´Octubre, Soler, a sus 103 años, fue pionera de nuevo al ser la primera mujer en recibir la Alta distinción de la Generalitat. Aquel día, cuando el cuerpo ya flaqueaba pero no la cabeza, levantó su voz para decir que «aunque uno se desmorone hay que mantenerse con las botas puestas». A continuación hizo un llamamiento a la generaciones venideras, esas que a partir de ahora podrán consultar la biblioteca que gestó durante toda su vida: «La historia no puede parar; siempre va hacia adelante».

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