Después de tres años de trabajo, el estreno en Alicante, cinco semanas en Madrid y un par de días en Bilbao, En la orilla llega a València. Este fin de semana se inaugura en el Teatre Principal el que puede ser el estreno de la temporada. Despilfarro, preferentes, cocaína, prostitución, machismo y mucha picaresca en una obra del escritor valenciano que mejor ha descrito la corrupción moral de nuestros días, Rafael Chirbes.

Un espectáculo teatral que está de gira y pretende extenderse «a muchas ciudades españolas, y, sobre todo, a muchos pueblos». ¿Por qué? Por la simple razón, dijo la actriz Sonia Almarcha en el acto de presentación, de que «es una historia muy necesaria». La representación sube al escenario el espíritu de Chirbes: libre, comprometido y humildemente desgarrador. Algo que, «a nosotros, los mediterráneos, nos pone frente a un espejo y nos enfrenta a nuestra propia manera de ser», aseguró la actriz.

«No hace falta ser político o tener poder para ser corrupto, Chirbes habla de esa socarronería tan valenciana que hasta al director de la obra, que es vasco, le ha costado entender», especificó entre risas.

Una función fiel a Chirbes

En contraste con otras obras de Chirbes, explicaron, En la orilla va más allá de la toxicidad de las élites intelectuales (3 amigos), políticas y económicas (Crematorio) y habla «de un pueblo pequeño de València, de pequeños empresarios a los que la codicia transforma en monstruos sin escrúpulos», describió el director, Adolfo Fernández, que resaltó este motivo como razón para elegirla sobre las demás. «Buscábamos una obra de teatro que retratara la corrupción pero no de forma abstracta, sino con personajes reales. No la encontramos y por eso decidimos adaptar a Chirbes», explicó.

Es la primera vez que se realiza una adaptación teatral de una novela del autor y, de momento, reconocen, «ha tenido muy buena acogida».

Empieza bastante fuerte y denunciando el machismo. «Una mujer salió escopetada a los diez minutos de espectáculo en una función en Madrid, encontró muy desagradable que se hablara del hombre como comprador de coños y arrendatario de culos», relató el director como anécdota del estilo de la obra. «Creo que el público se reconoce en algo terrible, que asusta, te hace pensar: ¿si todos actuamos así, hacia dónde vamos?», compartió con cierta preocupación.

El círculo íntimo del escritor ha asistido a algunas funciones y los comentarios, aseguró el director, han sido positivos. «En un pase apareció una pareja muy mayor que había hecho 480 kilómetros hasta para vernos. Eran íntimos amigos de Chirbes, con los que pasó sus días antes de morir, y nos dijeron que habían vuelto a verle sobre el escenario», dijo Fernández. Al estreno en Alicante también acudieron sus sobrinos.

La realidad supera la ficción

Realizar la adaptación, reconocieron, no ha sido fácil. «Hemos mantenido el texto de Chirbes íntegro y lo hemos convertido en diálogo», aseguró el director.

Sin embargo, «la realidad es tan cruda y supera tanto a la ficción» que no han podido resistir incorporar algunas frases reales relativas a estos últimos años de la política española. Aparecerá Francisco Granados y su intención de «gastarse los beneficios en prostitutas»; la frase de Díaz Ferrán, empresario encarcelado por el caso Marsans, que aseguró que «los españoles deben trabajar más y ganar menos», o una alusión a Calatrava, que se convertirá en peluquero de Amparito, la mujer del corrupto de la obra, en una metáfora de los peinados característicos de la mujer de Alfonso Rus. Rafael Calatayud, coproductor del montaje y actor en la obra, ha querido remarcar que «esto muestra, que a veces, sólo imitando la realidad, ya parece que la exageres».

En definitiva, una hora y cuarenta minutos en la que nadie se escapa de la pluma de Chirbes: ni el empresario, ni el anciano, ni la mujer que no tiene más opción que vender su cuerpo. «La pobredumbre moral», aseguraron, se extiende a todos. Una crueldad humana y literaria a la que el público se enfrentará en este viaje de Chirbes por el territorio español.