«Se puede vivir en València y tener ambición», así empezó la presentación de tres proyectos artísticos y culturales que se dieron a conocer ayer en la Rambleta, en un evento que nace como crítica del éxodo masivo de artistas hacia ciudades más «grandes y cosmopolitas» donde, se supone, se cosecha el éxito.

«Els matins de Rambleta» es un espacio que se organiza una vez al mes para visibilizar esas ideas «que se quedan en esta tierra» y que «demuestran que se puede vivir aquí y abrirse al mundo».

Durante el acto de ayer se presentaron tres modelos de negocio que se enmarcan en esta filosofía: aspiraciones que nacen con poco capital, que se apoyan en lanzaderas y microcréditos y que buscan ofrecer un producto artístico que no existe en el mercado. Todos llevan algunos años intentando consolidar sus ideas, y, aunque reconocen que les ha costado y que todavía no pueden vivir de ello, empiezan a ver los frutos.

Se trata de propuestas muy diferentes: creaciones de arte callejero efímero con cintas de colores fosforescentes; joyas «de consumo puro» dirigidas a «espíritus» jóvenes y una revista cultural de vanguardia.

De momento, han conseguido hacer viables sus proyectos y «permanecer» en el tiempo. Muchas veces, coincidieron, «a modo de ensayo y error». «Sobre todo muchos errores», bromearon.

Álvaro Navarro, José Miguel Piquer y Nadia Montero presentaron el Colectivo TAV, una apuesta artística única en España de arte efímero con cintas; Paco Tormo y Cristina Aristoy mostraron su marca de joyas Singularu, con la que pretenden dinamizar la industria joyera en la ciudad; y Ximo Rogera y Jesús García dieron a conocer el proyecto editorial Canibaal, con el que editan libros y una revista vanguardista semestral.

Todos empezaron hace algunos años, convencidos de que con ganas y «mucho trabajo» podrán vivir de sus ideas algún día.

Revista Canibaal, un proyecto cultural de vanguardia y filosofía

Ximo Rogera es la mente creadora de esta editorial. Como si se tratase de un cuento, un día recibió una herencia de su tío Leopoldo y decidió crear «Canibaal», una revista que retrata semestralmente aspectos de la sociedad desde todas las disciplinas: poesía, ensayo, fotografía, etc. Su particularidad es plantear dos conceptos mediante los que se articula un relato vanguardista. «Recuperamos artistas veteranos y dejamos espacios para los nuevos», aseguró el director. La editorial también publica libros e intentó mantener su propia librería, Espacio Canibaal, «que duró tan sólo 364 días». Este año han editado 4 libros y dos revistas y aunque se les acaban los ejemplares, han apostado por la calidad más que por la cantidad y piensan «seguir con esa filosofía». Consideran que contribuyen a mejorar el tejido empresarial valenciano ya que imprimen todas sus productos en la zona. Su último número, «Arquitectura y terror» ya está a la venta.Tape Art, un colectivo de arte callejero efímero y en color flúor

José Miguel es publicista. Un día grababa un anuncio con actores alemanes que se pusieron a usar unas cintas «muy extrañas». «Me llamaron mucho la atención y vi que ni en València ni en España se hacía una cosa similar, así que me puse manos a la obra», aseguró. A partir de ese momento, creó, junto con otros compañeros de viaje, el movimiento de Tape Art de València (TAV), con el objetivo de importar la idea del arte de los grafitis efímeros.

El beneficio de las cintas, que ellos usan de colores flúor como marca distintiva, es plantear decorados que no dejen huella, que «se pueden crear en cualquier superficie» y que permiten «jugar con el arte, pasar el día haciendo un trabajo manual al aire libre», aseguró Nadia Montero (centro). Todavía no viven de ello pero ya han hecho instalaciones en sitios públicos como el MuVIM o la NAU y en tiendas como Adidas, Bershka o Ray- ban. Es un colectivo abierto al que invitan a participar.

Singularu, joyas fabricadas en talleres dormidos de València

Paco y Cristina empezaron su andadura hace 3 años y su primera idea fue «un fracaso». Él es periodista y ella ingeniera pero querían empezar un negocio creativo y artesanal. Poco a poco fueron ajustando el planteamiento y «después de muchas vueltas» decidieron empezar a fabricar sus propias joyas en talleres de València. «Muchas veces nos dicen que trabajar con China es más barato, pero en realidad no», aseguraron. Piensan que «trabajando con quiénes tenemos cerca siempre va a funcionar mejor» y por eso prefieren fabricar sus joyas en los talleres de la ciudad, una industria dormida pero con «mucha capacidad».

Se inspiran en internet para diseñar las piezas y han contratado a un físico experto en análisis de datos que les aconseja en el marketing, un pilar «fundamental». Intentan hacer el negocio rentable y después de estar tres años en una lanzadera, acaban de alquilar un bajo para montar su primera tienda física, que abrirá en octubre.

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Proyectos artísticos de Rambleta