Que la cultura es una parcela descuidada por los poderes públicos resulta evidente. El «Informe sobre el estado de la cultura en España» de la Fundación Alternativas concluye que la calificación media de esa asignatura que se llama Cultura es de un 4,6. Suspenso.

El trabajo que ha coordinado Enrique Bustamante, el catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense, se ha centrado este año en la «Igualdad y diversidad en la era digital», y desnuda la precariedad cultural española y de sus actores activos y pasivos. Acicom (Asociación Ciudadanía y Comunicación) y el IVAM acogieron ayer la presentación en València de la cuarta entrega de este influyente estudio elaborado por profesores universitarios.

Con datos preocupantes. «Lejos de significar una pequeña proporción de la ciudadanía, la exclusión de la participación en la cultura afecta, en mayor o menor grado, a casi la mitad de los adultos españoles», sostiene Javier Callejo, profesor de Sociología de la UNED, en el capítulo de «Consumo cultural e igualdad: la exclusión cultural».

Callejo propone que la solución a esa exclusión pasa por una acción transversal de acceso a la cultura, «ya que entronca directamente con el acceso de la ciudadanía a la participación en la gestión de la sociedad». Y alerta que son los jóvenes uno de los segmentos más abandonados, así que insta a «abrir los centros educativos a la información sobre las ofertas culturales cercanas y, que cuando se trate de artes escénicas, los actores u otros protagonistas, tengan abiertas las puertas de los centros educativos para mostrar el atractivo de tales ofertas».

Crisis de modelos

El informe analiza la evolución de los grandes sectores culturales hacia la era digital y como las nuevas políticas culturales pasan principalmente por las administraciones públicas.

Una relación no siempre productiva, como indica Alfons Martínez Sempere, director honorífico de la Cátedra Unesco «Políticas Culturales y Cooperación» de la Universidad de Girona. «Estamos ante una crisis de modelos de cómo se ha de articular la vida cultural de los ciudadanos con las estructuras gubernamentales en un marco democrático y de derechos», explica. Martínez Sempere propone una nueva generación de políticas culturales basadas en el consenso, que responda siempre a la necesidad ciudadana, más participativas e interactivas.

«Actualmente en entornos de la sociedad de Internet se han ampliado las posibilidades de tratamiento y difusión de la información cultural, pero nuestras estructuras no son capaces de encontrar horizontes más amplios a la clásica creación de públicos», asegura.

Un centenar de expertos cultuales han sido encuestados para elaborar el trabajo. Entre ellos, la exministra Carmen Alborch y la directora de documentales y actual asesora del presidente Ximo Puig, Pilar Pérez Solano.

Entre los puntos débiles de la cultura en España se recogen las políticas de cooperación exterior, la remuneración justa de los creadores y la proyección suficientes de las pequeñas y medianas empresas culturales. Mientras lo más positivo se agrupa en dos categorías: las potencialidades digitales para la cultura y sus consecuencias para la mejora de la creación.

El único aprobado

Entre todas las esferas analizadas, la creación es la única aprobada de media. Una calificación que reconoce la unanimidad sobre su papel esencial en la cultura de un país, pero con matices y retrocesos respecto a la anterior encuesta. Así, se valora positivamente el papel de las nuevas redes para conectar con sus públicos, pero baja dos décimas (7,1 en 2016), mientras se mantienen en el aprobado alto el beneficio de las nuevas técnicas de información y comunicación

Todos esos datos, más los particulares de cada segmento, conducen a una Pacto por la Cultura que la Fundación Alternativas considera urgente. «Dicho pacto garantizaría el mantenimiento de una política de mínimos fuera de criterios partidistas y aseguraría un presupuesto básico para proteger el sector de los vaivenes económicos», argumenta Inmaculada Ballesteros en su «Prefacio por un reconocimiento merecido a la Cultura».