Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fuster a prueba de bombas

El pensador de Sueca sigue presente en la sociedad valenciana después de 25 años de su muerte - A raíz del aniversario de su fallecimiento se han publicado reediciones de algunas de sus obras e incluso nuevos ensayos sobre su figura

Fuster a prueba de bombas

El 21 de junio de 1992 Joan Fuster murió en su casa de Sueca víctima de un ataque al corazón. El mayor intelectual valenciano del siglo XX tenía 69 años y era autor de una gran cantidad de ensayos, entre ellos Nosaltres, els valencians. Moriré, como he vivido, sin ganas, era uno de sus conocidos aforismos. Su fina ironía le había llevado a comentar a sus más íntimos que una vez muerto, le metieran en una caja de cartón y simplemente lo tiraran en uno de los arrozales de La Ribera. Estaba claro que se tomaba la muerte con deportividad, como manifestó en su última y larga entrevista, interrumpida por su muerte, al escritor y periodista Toni Mollà, recogida en el libro Joan Fuster. Converses inacabades, (1992. Ed. Tàndem)

«La única cosa que pido es morirme como don Adolf Pizcueta, sin que se entere nadie. Sobre todo, sin que se entere quién yo me sé, porqué es capaz de venir, cuando ya estaré de cuerpo presente, a tocarme la ´xuflaina´ y a ponerme la ´percalina´». Se refería a Eliseu Climent, el editor y agitador cultural que lo apadrinó durante los últimos años del franquismo y durante la convulsa Transición valenciana, pero que terminaron distanciados. «Mira, yo no creo que Eliseu haya tenido líneas ideólogicas ni cosas por el estilo. Él ha ido navegando para ver como tiraba adelante sus tinglados. Y se ha acabado€», le dice Fuster a Mollà.

Pero los deseos de Fuster no se cumplieron. El entierro fue multitudinario, ese mismo año y a título póstumo, el Consell de Joan Lerma le concedió la Distinción de la Generalitat Valenciana al Mérito Cultural, y se sucedieron los homenajes por universidades, ayuntamientos y entidades culturales.

Coincidiendo con el 25 aniversario de su muerte, ha habido un renacido interés por la obra del escritor de Sueca. Reediciones de algunas de sus obras, recopilación de su artículos periodísticos e incluso nuevos ensayos sobre su figura. Como Escrits contra el silenci (A propòsit de l´obra cívica de Joan Fuster) de Toni Mollà, seguramente uno de los herederos más fieles al pensamiento fusteriano, que insiste en reivindicar el legado cívico-cultural del ensayista de Sueca.

Pero nadie mejor que el propio Fuster para conocer su pensamiento, tal como están recogidas en Converses inacabades, sus últimas respuestas.

Fusterianisme

«No tinc ni idea què és això del fusterianisme»

El pensador de Sueca no pasó inadvertido, como un buen intelectual de su tiempo. Tuvo fieles y enemigos declarados, pero mientras los primeros eran, y son, en su mayoría lletraferits, algunos de los segundos le tuvieron tanto odio que le llegaron a poner bombas en su casa. Incluso el día de su funeral se atrevieron a despedirlo con insultantes pintadas en el cementerio. «Creo que me han quemado en más de una falla. Unos alimentan prejuicios, los otros se inventan un enemigo y, pam, ya tienen el culpable de todo. Por cierto, todavía deben estar riendo aquellos que me pusieron las bombas, porque no los han atrapado nunca, que yo sepa€»

Sufrió dos atentados, el 17 de noviembre de 1978 y el 11 de septiembre de 1981. En ese último, una bomba destruyó parte de la enorme biblioteca de su casa, en el número 10 de la calle de Sant Josep de Sueca, donde ahora está abierto l´Espai Fuster, un centro de estudio y reconocimiento al intelectual valenciano.

«Nosaltres, els valencians»

«No és el llibre que jo més m´estime ara per ara, però és un llibre meu»

Con ese libro empezó todo. Publicado en 1962, Fuster reformula el valencianismo contemporáneo con la idea de que la «reconstrucción nacional» del País Valenciano pasa por la marca dentro de los territorios de habla catalana, los Països Catalans, término que se encarga de popularizar. «Te lo creerás o no, pero fue un encargo y lo escribí con la ayuda de Tabacalera y la casa Soberano. Era el libro que, a mi, me hubiera gustado leer en aquella época. No existía y lo escribí».

En los años ochenta, otro libro De Impura Natione, de Damià Mollà y Eduard Mira, provoca la llamada Tercera Vía, donde se propone abandonar la tesis de los Països Catalans. «Son libros muy frívolos, dedicados a hacer retórica, con unas páginas de ataques personales contra mí que no venían a cuento (...). Ya se apañaran. No tengo ningún interés en el tema».

ILUSTRADO, MORALISTA, HUMANISTA, RACIONALISTA, ESCÉPTICO Y COMPROMETIDO

«Això són coses que es diuen per simplificar»

«¿Moralista? Sí, si la palabra se entiende en el sentido francés, es decir, toda la gente que ha escrito sobre las cosas humanas y divinas sin limitarse a una ortodoxia -y más de las humanas que de las divinas-, claro». Le pregunta Mollà: «¿Dice que es un escéptico porqué no tiene más remedio?». «Por eso mismo, porque no hay más remedio y porque es muy higiénico. Y también por aquello de no me joderás».

En cambio rechaza ser esencialista. «¡Esencialista, no! Por una razón: Dios nuestro señor, cuando hizo el mundo, no hizo las naciones una a una. Por tanto, las naciones son formaciones históricas. La nación empieza y se termina. Por otra parte, ves a saber que es una nación€»

Liberal adicto al Manifiesto comunista

«El Manifest és un llibret molt il·lustratiu. Convé que la gent se´l mire i que, després, adopte l´actitud que vulga€»

Mucho se ha teorizado sobre la ideologia de Fuster. Desde su orígenes carlistas hasta su militancia en el materialistmo histórico. «El problema del marxismo es muy complicado en todos los sentidos. En primer lugar, está el señor Marx, que escribía con luz de una lámpara de aceite. Y, por tanto, desde entonces han pasado muchas cosas en el mundo. Además, este marxismo ha quedado en manos de una especie de escolástica que la ha mantenido como un dogma. Pero el marxismo heterodoxo no ha tenido los canales de difusión que eran la militancia o la propaganda de los partidos comunistas (...) En segundo término, hay una cosa que, en fin, es plenamente marxista: que no se puede separar la teoría de la praxi».

«¿Y todo eso hace bueno el otro sistema?», apostilla Mollà, y Fuster borda la respuesta: «Seguro que estás pensando aquella simplificación del Felipe González según la cual prefería morir en el metro de Nueva York que vivir en Moscú. No creo que valga la pena elegir entre el campo de concentración y el manicomio, pongamos por caso. No creo que eso sea una manera lógica de razonar. Sólo es una manera, un tanto gráfica y sobre todo muy demagógica, de manifestar su elección».

Compartir el artículo

stats