los carteles de la Feria de Julio son aceptables, pero no entusiasman. Los ingredientes principales están presentes, aunque se nota que el cocinero ha perdido su toque mágico y ofrece un menú de restaurante venido a menos que pretende cubrir el expediente con cierto decoro.

Tal como veo las cosas, ha faltado esfuerzo e imaginación a la hora de confeccionar las combinaciones artísticas. También, generosidad por parte de toreros que han hecho fortuna gracias a esta feria y que no están cuando más se les necesita. Qué decir de los políticos, más preocupados en ponerse de perfil para que no se les note que les gustan los toros, que de impulsar un certamen que languidece. Lo peor que se puede decir de una feria antes de su arranque es que no convence. No hay nada más letal en estos momentos para la fiesta de los toros que la indiferencia de los propios aficionados.

Esta situación, desgraciadamente, no es nueva. La otrora caudalosa Feria de San Jaime ha ido menguando en importancia y metraje por motivos de sobra conocidos. La cuestión es si queremos recuperar un legado que todavía conserva cierto atractivo decadente. El edificio esplendoroso siempre puede volver a serlo. Falta que creamos que su rehabilitación es necesaria y, sobre todo, posible.

El primer postulado que habría que abordar es qué espera el aficionado de esta feria. El segundo, qué planteamiento es capaz de ofrecer el empresario y, en tercer y último lugar, qué apoyos están dispuestos a proporcionar los responsables públicos y la iniciativa privada. Resolver la triple ecuación debe ser el sólido cimiento que asiente la construcción de un futuro realista. Obviamente, los dos principales protagonistas -toro y torero- deben adecuarse también a los nuevos tiempos, pero sin menoscabo de su esencia hasta el punto de que lo que se ofrezca sea más un sucedáneo que un espectáculo bien definido.

En definitiva, urge una profunda reflexión; pero también hace falta trabajo, cierto espíritu altruista y grandes dosis de optimismo e innovación. El certamen de escuelas taurinas, que se celebrará del 14 al 16 de julio en nuestra plaza de toros, es un buen ejemplo de cómo hay que hacer las cosas.

Quizás este sea un buen comienzo para darle la vuelta a una situación que ni gusta ni beneficia a nadie.