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Entrevista

Manolo Valdés: "Puedo estar años con una misma imagen, siempre que tenga sentido"

«La Ciudad de las Artes y las Ciencias debería ser un espacio para exposiciones; a los artistas más exigentes les sería muy difícil decir que no»

Manolo Valdés, ayer, frente a la escultura «Mariposas», en el lago de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. fernando bustamante

Manolo Valdés (València, 1942) regresa a casa con seis monumentales cabezas. De entre 4.000 y 10.000 kilos nada más y nada menos. Vienen directas de París, de la lujosa plaza Vendôme de la capital gala, a donde llegaron en septiembre del año pasado. Allí se expusieron y se dejaron tocar y fotografiar por los turistas y vecinos de la ciudad de la Torre Eiffel. A València llegan de la mano de la Fundación Hortensia Herrero. En total, son seis piezas de grandes -grandísimas- dimensiones las que se exhiben hasta el próximo 10 de diciembre en el lago de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La exposición, que ha supuesto un coste de 500.000 euros para la Fundación Hortensia Herrero, cuenta además con una faceta muy democrática entre los ciudadanos. Serán ellos, con sus votaciones los que decidan qué escultura de las seis se quedará en la ciudad y que la fundación comprará por 1,5 millones de euros.

P. A los periodistas nos encanta poner etiquetas. Para estas esculturas el adjetivo «monumental» es el favorito. Pero, ¿qué opina el padre de las criaturas?

R. Estoy muy contento con adjetivos como monumentales. El que salgan a la calle trae satisfacciones por la cantidad de gente que las ve, el público es muy agradecido cuando las pones en su barrio. La última vez que expuse en la calle en Nueva York me pidieron que ocupara casi 100 calles. Al principio me dio pena separar las esculturas, aunque después me reconcilié al ver la simpatía que provocaba en el vecindario. La gente estaba feliz

P. ¿Prefiere entonces exponer en la calle que un museo o una galería?

R. Son cosas distintas. Aquí, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, lo verá muchísima gente, por aquí pasa una cantidad de gente que asusta. En una galería o museo, el público es más especializado, va exclusivamente a ver obras. Aquí te las encuentras, es una sorpresa que te viene dada y no te esperas. Como consumidor también me pasa eso, hay veces que voy por un sitio y te encuentras algo que no esperas, y lo agradeces. Es muy gratificante.

P. ¿En qué se ha inspirado para esta muestra?

R. Está dentro de lo que hago. Lo he completado con un tocado con mariposas sobre la cabeza. Las mariposas tienen ese punto que a todos nos sugiere algo, alimenta la imaginación, la fiesta. Cuando traté las mariposas por primera vez fue después de verlas en un cuadro y se me quedó ahí. Empecé a ver mariposas por todas partes. Una idea entra y no sabes cuando se va.

P. Son obsesiones de artista...

R. Sí, son obsesiones; coges una imagen como punto de partida, investigas, estudias imágenes de otros y vas completándolas, las vas desarrollando.

P. Usted puede hacerlo porque ha sabido coger imágenes de otros y darle su impronta.

R. Ese es el juego de la historia del arte. Seguramente no se podría hacer nada si no tienes a alguien que te haya enseñado el camino. El juego es no hacer una copia, sino que tu cuadro sobre la imagen de otro sea una segunda o tercera obra con vida propia.

P. En ese juego hay mucha repetición.

R. Hay de todo. Hay artistas que cuando tratan una imagen no vuelven sobre ella, y otros que sí volvemos. No pondría una cosa delante de la otra. En mi caso, cuando trabajo con una imagen puedo estar años con ella siempre que cuando me ponga delante del cuadro o del barro (para la escultura) tenga el sentimiento de hacer una cosa diferente, que tenga sentido. Es verdad que con el paso del tiempo uno ve una obra y se separa bastante. No me importa volver sobre una imagen si sé que la voy a cambiar.

P. Esta exposición viene de París. ¿Que la hace diferente en València?

R. El entorno es lo que le da la diferencia porque las esculturas son las mismas. No es lo mismo verla en las noches blancas de San Petersburgo o en Park Avenue de Nueva York que con este sol. Cambia hasta la forma de enfrentarte a ellas. Este espacio es único, pocos lugares se pueden encontrar tan grandes. Cuando estas esculturas estaban en Vendôme, pensé que no iba a tener un lugar mejor y cuando he venido aquí me he quedado sorprendido, están preciosas. La mirada aquí es diferente a la de París. Aquí nadie puede ponerse debajo de la pamela; las imágenes de València serán diferentes. Esa es la magia del lugar, cada sitio te da una cosa distinta. La gracia es la variedad con la que se ven las cosas.

P. ¿Cómo se le ocurrió introducirlas en el agua del lago?

R. Ha sido una sugerencia de Hortensia [Herrero] que no ha podido ser más acertada. Le dan vida, no pueden estar más bonitas.

P. En València se ve las caras con otra valenciano internacional: Santiago Calatrava.

R. No es comparable, esto es una cosa modesta comparado con Calatrava. No puedo estar más contento. Este es un lugar excepcional y privilegiado que no es tan fácil de encontrar. Los documentos gráficos que queden serán los más especiales. Este es un lugar que debería dedicarse a exposiciones. Al ofrecer lugares privilegiados, como este, no necesitas presentación. Habría que aprovecharlo más. Los artistas de cierto prestigio son muy exigentes; les sería muy difícil decir que no a un sitio como este.

P. Los visitantes de esta exposición votarán a su favorita y esa será la que la Fundación Hortensia Herrero compre para la ciudad. ¿Cuál le gustaría que se quedara en su tierra?

R. Sería un insensato si dijera alguna (ríe). No lo sé y sería malísimo que yo introdujera mis manías. Lo bonito sería que la gente piense, los espectadores son muy sabios y aciertan siempre; me han hecho cambiar tantas veces de posición...

P. ¿En manos de quién está hoy el arte: público, galería, marchante,...?

R. Las galerías y marchantes son pocos, y el público mucho. El mejor arte está en los museos.

P. ¿Cómo ve artísticamente València?

R. Cuando yo estudiaba en Bellas Artes venía aquí, al cauce del río o Viveros, a pintar al natural. Veo cómo cuestionamos y nos quejamos -que me parece bien porque hay que aspirar a más-, pero veo que hoy que tenemos el IVAM o el Museo de Bellas Artes, cuando antes solo había una galería... Es otro mundo. Esta ciudad no tiene nada que ver con la ciudad que yo conocí cuando era niño. Cada vez que vuelvo es una sorpresa.

P. ¿Qué tiene en la cabeza Manolo Valdés ahora mismo?

R. Mi manera de hacer es empezar a trabajar sobre lo último que he hecho. Nunca me planteo dar un salto al vacío porque me rompería los huesos. Soy un artista metódico. No espero la idea para hacer el trabajo. Es monótono desde ese punto de vista. Pero un día vas al estudio y aparece la luz y crees que has dado el paso.

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