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Músico

Fernando Velázquez: "Nos hemos inventado la música clásica"

El Premio Goya 2017 a la Mejor Música inaugura las jornadas ExperimentArtes de la Fundación ROCE en el Palau - Es el creador de las bandas sonoras de 'Lo imposible' y 'Un monstruo viene a verme'

El compositor vasco, ayer en el Palau de la Música de València. Miguel Ángel Montesinos

A sus 40 años, Fernando Velázquez es uno de los compositores españoles que más trabaja en el extranjero. Puso música a las tres películas que conforman la trilogía sobre la relación entre madre e hijo de J. A. Bayona, como son El orfanato, Lo imposible y Un monstruo viene a verme. Ésta última le hizo ganar el Goya a la Mejor Música Original en la gala del pasado mes de febrero. Ayer inauguró en el Palau de la Música las jornadas ExperimentArtes de la Fundación ROCE, un certamen que intenta aunar música y educación a través de músicos, gestores culturales y profesores.

«Nos hemos inventado la música clásica. Es sólo un producto histórico que no está escrito sobre piedra», así se mostró el carismático compositor vasco, que aseguró que «Beethoven, Bach o Mozart no componían para lo que entendemos como música clásica, un género culto aparentemente dirigido hacia la clase alta. De hecho, El barbero de Sevilla de Rossini podría traducirse como los Ocho apellidos vascos de ahora, lo que demuestra la vocación de emocionar y entretener de la propia música».

Velázquez se describió a sí mismo como un «salsero», ya que según él siempre ha cambiado de «registro» dependiendo de sus impulsos. «Yo no crecí pensando sólo en cine, sino en crear en un amplio sentido. Lo de la cinematografía ha sido un desvío en mi carrera. Si hubiera nacido valenciano hubiera pertenecido a una banda casi desde los 3 años», bromeó el compositor, que es también violonchelista. Lo fue en la Edinburgh University Music Society o la Joven Orquesta del País Vasco durante su etapa de intérprete. Hasta que decidió dejarlo.

«Un día me sorprendí a mí mismo mirando el reloj en el Teatro Real mientras Waltraud Meier y Plácido Domingo interpretaban La Valquiria de Wagner. Sólo era la séptima representación de la ópera, y yo, como violonchelista, ya no tenía nada más que dar. Y dije: esto no es lo mío», confesó Velázquez. Eso fue antes de componer la música para El síndrome de Svensson (2006), película que precedió a Los ojos de Julia (2010), La cumbre escarlata (2015) de Guillermo del Toro o El guardián invisible (2017) de Fernando González Molina.

El compositor aseguró que una de las grandes problemáticas de los auditorios y orquestas españolas es la falta de «motivación» de su personal. «Nos falta más confianza en los intérpretes. Hay que empoderarlos. Tantos los gestores como los músicos no son plenamente conscientes de la misión que tenemos. Hay que arrasar cada vez que salimos al escenario, porque es ahí donde se tiene que notar nuestra vocación. Alguien me dijo una vez que si la música clásica y todo lo que le envuelve no cambia, va a desaparecer. Los auditorios se convertirán en museos. No me avergüenza admitir que entiendo a Mahler lo justo. No comparto la opinión de muchos profesores de conservatorio que dice: 'Este estudiante tiene que entender sí o sí a Mahler o a Brahms'. Es algo injusto. Existe un músico y un compositor para cada momento de la vida», aseguró.

«Me apuesto una cena a que dentro de 20 años el concepto de música clásica ha cambiado por completo. Hay quien dice que la música de cine es la música clásica de la actualidad. Lo dudo. Hay música buena y mala en todos los géneros», y añadió: «Cuando tocamos estamos creando un mundo que no existe, y eso es magia».

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