La principal novedad en cuanto a organización del FIB este año era el incremento en las medidas de seguridad. El objetivo es claro, evitar cualquier tipo de incidente grave. Autoridades y organización prepararon un gran dispositivo, el más grande en las 23 ediciones del festival. Este despliegue de medios e incremento a la hora de controlar los accesos tanto al recinto como a las zonas colindantes coincide con la celebración del FIB más multitudinario de los últimos años. La incógnita estaba en ver cómo funcionaba esta combinación de factores.

Como es habitual, los asistentes al festival siguen unas pautas que no varían. Hay quienes quieren ver el mayor número de conciertos y acuden a primera hora de la tarde. Por el contrario, otros prefieren pasar la tarde en la playa o en el camping y no entran al recinto hasta bien entrada la noche, coincidiendo con las actuaciones de los artistas más conocidos.

Esta circunstancia, unida a los mayores controles y el gran número de asistentes, hace que la entrada al recinto por la noche sea más caótica que de costumbre.

Analizando la primera jornada del festival, los primeros asistentes entraron al recinto sin problemas, como en los años anteriores.

Muchos venían con los deberes hechos. Sabían que no podrían entrar bolsas grandes. Tampoco comida. Era todavía de tarde. «Hemos visto que había más presencia de Guardia Civiles por todo el recinto y los aledaños. No hemos tenido ningún problema al entrar ya que hemos venido pronto y no llevábamos ninguna bolsa ni mochila grande», comentó un hombre de Murcia que vino al FIB con su familia. No obstante, esta tranquilidad se vio alterada con las horas.

Muchos de los «fibers» llegaban con el tiempo justo confiando en entrar rápido al recinto. Pero la presencia masiva de gente, unido a que muchos de ellos todavía no habían ido a retirar su pulsera provocó largas colas. Los controles se fueron ralentizando y las esperas fueron cada vez más largas, tanto para conseguir la pulsera como para entrar al recinto de conciertos. Muestra de ello fue que el director el FIB Melvin Benn acudió a ayudar a los voluntarios en los cambios de pulseras.

Estas colas se repitieron ayer por la noche, aunque la experiencia del jueves hizo que muchos de los fibers acudieran antes al recinto para evitar estas aglomeraciones.