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Lo importante es que la gente se divierta

Manzanares abre la puerta grande mientras que Castella y Ginés Marín cortan una oreja por coleta en tarde festiva

Lo importante es que la gente se divierta

La corrida estrella del abono hizo honor a la fama que le precedía y, aún sin Roca Rey en el cartel, se cumplió con el principal objetivo: que la gente se divirtiera. No es baladí esta cuestión en los tiempos que corren. Conseguir entretener al personal con tanta oferta de ocio veraniego como existe es harto complicado. Darles motivos para venir a la plaza es lo que realmente importa. El cómo y el por qué son secundarios, qué diantres. Ya pensaremos en ellos más adelante. Lo que realmente importa es el para qué; y si además todos ayudamos a que se sepa, seguro que se vuelven a llenar los tendidos y salimos de la crisis que nos asola. Cada vez interesaremos a más personas y volveremos a estar requetebién.

Los toros de Núñez del Cuvillo colaboraron en gran medida a que la tarde transcurriera por la senda del triunfalismo. Ni un problema ni medio. Además, el quinto se dejó pegar varias series de muletazos con cierta enjundia por Manzanares, que fue el triunfador del festejo. Ese quinto, hasta que se acordó de las tablas, embistió con cierta codicia y repetición a la muleta del alicantino quien, muy inteligentemente, le planteó la faena en los medios. Lo mejor de su labor fue la estocada a recibir, que tumbó al burelito sin puntilla. El flamear de pañuelos fue unánime y las dos orejas fueron a parar a sus manos de manera fulminante.

Lo sucedido en el primero de su lote poco tuvo que ver con esa tauromaquia postmoderna que prima más la forma que el fondo; pero, recuerden: estamos en que lo importante es el para qué y aquí chitón todo el mundo. Ese segundo toro se dejó la raza en el caballo y llegó al tercio final de la lidia sin un gramito de nada que ofrecerle a su matador. Una lástima porque si llega a tomarle el engaño con algo más de celo y Manzanares no lo mata de más de media estocada atravesada, podría haber sido de premio. Todo no puede ser de golpe.

Castella abrió plaza con otro toro sencillo, de mucha nobleza y pocas fuerzas. El francés ofreció un curso básico de toreo a favor de obra. En cuanto observó el menor amago de querencia a tablas, se lo sacó a los medios para evitar que la tentación se convirtiese en pecado. Empezó su labor con cuatro estatuarios sin enmendarse y, poco a poco, sin quebrantar en exceso la fragilidad del astado, le fue componiendo series cortas de derechazos y el de pecho, con los consabidos paseítos para que el animal respirase y vuelta a la cara del burel.

El punto álgido de la facilona labor aconteció en una serie por el citado pitón de mayor metraje y que terminó por calentar los tendidos. Por el izquierdo, el Cuvillo reponía y no se dejó ligar los naturales. Muy inteligentemente, Sebastián le perdió pasos y logró algún pase de cierta estética. Mató de estocada trasera y baja y, tras petición mayoritaria, el presidente le concedió la oreja.

Con el cuarto, el toro de la merienda, salió Castella conformado con el resultado. Tal como transcurría la tarde, el diestro galo se las vio con un oponente sin gas y con algo de son, desesperadamente previsible. Tras pasarlo de muleta con cierto decoro, le recetó un infame bajozano, pese a lo cual el público le obligó a saludar una ovación desde el tercio. Si se hubiera comprometido algo más con su oponente le hubieran pedido la segundo oreja con más fuerza. Estaba la gente deseándolo.

Ginés Marín entró en la corrida como sustituto de Roca Rey, que causó baja por una cornada recibida el pasado 11 de julio en Pamplona. El torero jerezano leyó bien la tarde y estuvo en el tono festivo que preside Valencia en esta feria de verano. No molestó lo más mínimo a sus compañeros de cartel y, cuando entró en turno de quites, lo hizo con corrección pero sin buscar una competencia exagerada.

Al primero de su lote, justo de presentación, fuerza y casta le compuso una serie de derechazos con cadencia pero con nulo ajuste. No se comprometió lo que se esperaba en este primer encuentro para haber entrado por la vía de la sustitución en una feria en la que debería haber estado por méritos propios.

Al que cerró plaza le planteó una faena de largo metraje, en busca de agradar a la parroquia con pases de bella factura pero con la falta de un planteamiento de mayor calado que justificara su inclusión en la feria como sustituto del que es hoy por hoy el matador más joven a batir. Tras matar de estocada entera, paseo una oreja.

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