Los avatares de la historia han querido que la memoria de la antigua fábrica Bombas Gens sobreviva en apenas algunos elementos de su vida en activo desde los años 30 hasta los 90. Sin embargo, sobre todo, lo hace en el recuerdo de los vecinos de Marxalenes.

Así quedó patente ayer durante la primera visita patrimonial que el reconvertido en centro social y cultural ofreció a una treintena de visitantes de la mano de la directora de la intervención arqueológica de Bombas Gens, Paloma Berrocal. El itinerario recorrió la nave de fachada -conocida como Nave 0-, así como por distintos elementos originales de la fábrica que han sido integrados y respetados en la nueva obra. En la Nave 0 podrá visitarse hasta enero de 2018 la exposición «Historias de Bombas Gens», donde se exhiben objetos y documentos sobre funcionamiento de la fábrica, junto a la exposición de las colecciones fotográficas de Manolo Laguillo y Frank Gómez, y una pieza documental que recoge el testimonio de vecinos, trabajadores y personal que ha intervenido en la rehabilitación del conjunto fabril.

Entre los objetos expuestos se encuentran piezas de las propias bombas hidráulicas que construía la compañía, moldes de válvulas, documentos de venta y facturas, una caja de caudales, o un teléfono de esqueleto (1895), el único objeto que el fundador Carlos Gens se quedó al cierre de la fábrica en 1991 y que cedió a Susana Lloret, directora de la Fundació Per Amor a l´Art, impulsora de la recuperación del complejo. Es un símbolo muy bonito -explica Berrocal a Levante-EMV- porque representa un vínculo muy especial de lo que fue la fábrica y en lo que se ha convertido, dice la arqueóloga.

Berrocal señala que todo lo que se expone es lo que ha quedado de la antigua fábrica, que ha pasado por incendios -en 2014- y periodos de ocupación. De esos «tesoros» que se pudieron recuperar Berrocal guarda uno muy especial y es una granada -vacía, por supuesto- de los tiempos de la guerra civil, en los que Bombas Gens fabricaba «bombas, pero de las que mataban», lamenta la arqueóloga.

Las piezas «de museo» se complementan en la Nave 0 con una serie de fotografías de la historia de la fábrica, aunque se han evitado mostrar las de la época de ocupación, «de penurias, porque detrás de esa etapa hay personas y no hemos querido hacer amarillismo», explica Berrocal. La memoria en los objetos de Bombas Gens perdura, además, en la báscula de camiones original que se encuentra en la propia entrada de la fábrica y que continúa poco más adelante con dos imponentes hornos de fundición, llamados cubilotes.

El recorrido continúa en una planta baja en la que el visitante -la próxima convocatoria es el 6 de agosto- podrá ver una plaza de azulejos en la que se lee «Bombas Geyda. Carlos Gens», con piezas originales que resistieron el incendio. Durante el proyecto de recuperación de la fábrica, como adelantó este periódico, se descubrieron además una bodega del siglo XV y un refugio antiaéreo de tiempos de la contienda fratricida. «En unos meses esperemos poder mostrarla», dijo la arqueóloga, cuya intención es que esté totalmente recuperada para este invierno.

Para Berrocal, este trabajo supone una continuidad a su trabajo de investigación del barrio y destaca su gratitud hacia la fundación y a Lloret por su «sensibilidad». Berrocal también destacó el «empoderamiento» de los vecinos. De hecho, en el primer recorrido celebrado ayer los recuerdos de los vecinos se alternaban con la explicación de la experta.

La memoria de Bombas Gens toma así y ahora forma con los objetos recuperados -«un milagro», según Berrocal- y las voces del barrio, testigos de lo que fue y hoy es la fábrica que ha observado en silencio la ciudad durante casi 90 años.