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Velázquez y Crayer: dos padres para un tesoro de la Hispanic Society

El experto alemán Carl Justi atribuyó la obra al maestro español en el siglo XIX tras compararla con un retrato gemelo

Velázquez y Crayer: dos padres para un tesoro de la Hispanic Society

Entre los «Tesoros de la Hispanic Society of America» que se exponen actualmente en el Museo del Prado, destaca un gran retrato de Gaspar de Guzmán, el conde-duque de Olivares, que históricamente ha sido atribuido a la mano de Diego Velázquez. Una paternidad en discusión, pues el historiador del arte Matías Díaz Padrón, consejero técnico del Museo del Prado y presidente honorífico del Instituto Moll, Centro de Investigación y de Estudios de Pintura Flamenca, considera que este lienzo es, en realidad, obra del pintor flamenco Gaspar de Crayer, contemporáneo del genio sevillano y, como él, muy vinculado a la Casa de Austria.

El origen de la atribución del lienzo a Velázquez se remonta al último cuarto del siglo XIX, cuando el experto alemán Carl Justi reconoció en este cuadro y un retrato gemelo, entonces en la colección de Henry Huth, la mano de un mismo pintor que, por su estilo y calidad, identificó como el maestro español. Esa atribución no fue puesta en duda por la historiografía posterior: antes al contrario, especialistas como Enrique Lafuente Ferrari, José Camón Aznar y José Gudiol ratificaron el juicio de Justi. Durante un siglo, éste fue el discurso hegemónico y, más aún, el único en torno a estas dos obras.

Frente a esta tradicional atribución, Díaz Padrón defiende que ambos lienzos son, efectivamente, obra de un mismo artista, pero que su autor es el flamenco Gaspar de Crayer (1582-1669), que ejerció como pintor de cámara de los gobernantes españoles en Flandes, y que dirigía un importante taller en Bruselas.

El historiador del arte adelantó esta teoría en 1990, cuando el Museo del Prado incluyó uno de estos retratos del conde-duque de Olivares (en concreto, el que Justi vio en la colección del norteamericano Henry Huth, y que en la actualidad forma parte de la colección Várez-Fisa) en una gran exposición sobre Velázquez.

Las afirmaciones de Díaz Padrón sobre la autoría de ambos lienzos crearon en su momento una gran controversia, que incluso llegó a los medios nacionales. El historiador del arte publicó entonces un artículo en la revista de arte «Galería Antiqvaria» en el que razonaba su teoría con un análisis estilístico y recuperando documentación original del siglo XVII relativa al origen de los retratos. Pero este primer estudio no ha tenido eco alguno en la historiografía posterior, quizás por su carácter divulgativo, por lo que Díaz Padrón prepara un artículo científico sobre la cuestión, centrado específicamente en el retrato de la Hispanic Society.

Argumento para la defensa

El historiador del arte tiene varios argumentos para defender su teoría. Para empezar, aprecia significativas diferencias estilísticas en estos lienzos respecto a otras obras de Velázquez, en aspectos clave como puede ser la ejecución de las manos. No es un detalle menor: la ejecución de las manos es un aspecto clave para el arte pictórico, y suele ser un rasgo capital para identificar la autoría de un lienzo. Incluso un artista como Rubens, que contaba con un amplísimo taller, dejaba a sus aprendices que realizaran todo el cuadro salvo dos cosas: los rostros y las manos.

Según argumenta Díaz Padrón, en los retratos de Velázquez, las manos nunca están tan perfiladas, sino que se muestran más compactas, matizadas por la luz y los brillos del entorno. En cambio, en estos retratos (sobre todo, en el de la colección española) se detallan las rugosidades, los nudillos e incluso las venas.

En lo referente al rostro, Díaz Padrón identifica un modelo velazqueño, aunque precisa que es similar al que copió Rubens para un grabado realizado hacia 1626 por Paulus Pontius. A juicio del historiador del arte, el modelo original pudo ser un retrato del conde-duque que Velázquez habría remitido a Flandes, entonces territorio español, y que habría sido una de las obras de arte destruidas durante el incendio del palacio de Bruselas, en 1731.

Además de estos rasgos, Díaz Padrón identifica otros detalles estilísticos que alejarían el retrato de la Hispanic Society del estilo de Velázquez y lo aproximarían a un artista también de gran nivel, pero con motivaciones diferentes, como era Crayer. El experto considera además que en el retrato se aprecia un especial detallismo por parte del pintor flamenco, que interpreta como una voluntad de agradar a su mecenas: don Diego Mexía y Guzmán, primer marqués de Leganés.

Es precisamente en el inventario de los bienes de este noble y militar español, primo y patrono de Olivares, donde Díaz Padrón encuentra pruebas documentales que apuntalan su teoría. En el documento, fechado en 1655, figuran con los números 988 y 989 dos retratos del conde-duque de Olivares, que corresponden, respectivamente, al de la Hispanic Society y al de la colección Várez-Fisa. Aunque en el inventario no se cita al autor de ambos lienzos, se les da un valor conjunto de 600 reales. Una cantidad muy exigua, y en esto sí coinciden los expertos, para dos obras de Velázquez.

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