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Iniciativa

'La Valse' de Ravel revive en València

L´Institut Valencià de Restauració repara la partitura del compositor francés que interpretó la Banda Municipal en 1928 dirigida por Luis Ayllón

'La Valse' de Ravel revive en València

1920. Maurice Ravel estrena «La Valse», una obra pensada para ser interpretada en danza, y lo hace delante de Serguéi Diáguilev, fundador de los ballets rusos. Ravel buscaba crear una pieza romántica y que recordara a las cortes vienesas. Pero el resultado fue muy diferente. La experiencia del músico en la Primera Guerra Mundial hizo que su composición reflejara al ser humano irracional, cruel y amenazado siempre por la barbarie. Ocho años después, en 1928, el compositor realiza una gira por España y para en València, donde la Banda Municipal, dirigida entonces por el maestro luis Ayllón, interpreta «La Valse».

2017. Casi 100 años después, el Institut Valencià de Conservació i Restauració de la Generalitat comienza la reparación de la partitura con la que se interpretó la obra, propiedad del archivo del Palau de la Música, para exponerla junto a otras creaciones de principios del siglo XX en el auditorio como Acuarelas Valencianas, de Eduardo López Chavarri, Coplas de mi tierra y Sinfonía murciana de Manuel Palau, Capricho sinfónico de Santiago López, Los maestros cantores de Richard Wagner y E. Vega y Es chopá hasta la moma de Salvador Giner.

Mar Mateo y Raquel Madurga son las restauradoras que se encargan de «revitalizar» las melodías en lenguaje musical. Todas las mañanas, desde hace un mes, restauran los libros de dirección de diferentes obras del archivo del Palau. «Están muy utilizados», cuentan. El problema, explican, es el desgaste que provoca el uso diario que se hacía del material. Durante su trabajo han encontrado que las partituras han sido reparadas, con el paso de las décadas, por otras personas -seguramente el usuario- con cintas adhesivas. Estas cintas, explica Mar Mateo, hacen que el adhesivo penetre en el papel, se oxide y deje manchas por lo que «es muy difícil que se eliminen todas las manchas».

Aunque las expertas admiten que «es prácticamente imposible que las partituras queden como antes», no quitan empeño en «ponerlas guapas» para su exhibición. Reparaciones puntuales de rasgados o pérdidas en el papel mejoran la apariencia de los librillos como si de un remate de costura se tratara. Asimismo, Mateo y Madurga trabajan para suavizar las manchas provocadas por los dedos que aquellos músicos y directores dejaban al pasar las páginas. En cuanto al cuerpo musical, es decir, las encuadernaciones, «han sufrido mucho». «Intentamos devolver la integridad de la partitura para volver a coserla al cuerpo del libro», explican las restauradoras. Algunas de las partituras, además, son manuscritas, por lo que se puede apreciar su «sutileza».

Comenzaron los trabajos hace un mes y calculan que el proceso durará unos tres meses hasta la apertura de la exposición. La muestra, que será permanente, estará dedicada, no sólo a los 30 años de historia del auditorio valenciano, sino a la Historia de la Orquesta de València, Banda Municipal y todas las manifestaciones musicales y folclóricas valencianas.

Legado musical

La concejala de Cultura, Gloria Tello, afirma que «contamos con verdaderas joyas de nuestro patrimonio, que queremos que conozca, valore y se sienta orgullosa toda la ciudadanía, que es a quien le pertenece», y es por ello que «desde el Palau de la Música estamos haciendo un gran esfuerzo para recuperar y poner en valor todo el legado musical que poseemos, pues consideramos que forma parte de la riqueza cultural de nuestra sociedad, tan vinculada a la música».

La exposición contendrá el legado de José Iturbi donado al Palau, autógrafos y caricaturas de los grandes directores y solistas que han actuado en el auditorio y que dejaron en el libro Oro, partituras y métodos de solfeo, documentos desde el siglo XVIII, grabaciones inéditas de vídeo, archivo fotográfico y muchas de las manifestaciones musicales valencianas.

Las piezas restauradas incorporan huellas del pasado. «Están llenas de apuntes, correcciones de los directores. Los diferentes pentagramas acogen detalles escritos con lápices de grafito». Se aprecian mensajes para dar «vida» a la melodía. Pianissimo, se lee en algunos manuscritos. Si algo está claro es que la música nunca muere, pero si se pone vieja siempre se le puede devolver la juventud con mimo y paciencia.

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