Más allá del Perelló y antes de llegar a Cullera, en una breve franja de tierra que separa el mar de la marjal, encontramos unos pequeños poblados con sabor a aldeas de costa que llamamos Marenys. En uno de ellos, el de Vilches, se sitúa una alquería señorial reconvertida en un hotel con un sabor muy especial. Un espacio cuidado, que respeta el alma de la antigua edificación pero presta al huésped un lujo sencillo y elegante.

Toda la vida del hotel gira en torno a un gran patio central y allí encontramos Muí Alquería, el último proyecto de Lourdes Reyna. Tras su debut en Muí Rambleta como hostelera esta joven emprendedora da un paso hacia adelante con un proyecto más serio y ambicioso.

Muí Alquería tiene una carta capaz de satisfacer al cliente más conservador tanto como a aquél que anda buscando algo más de interés. En cualquier caso, algo que Lourdes ha tenido siempre claro es que el producto es lo primero.

Acostumbrada desde la infancia a la buena cocina de mercado, no permite concesiones en lo que a la materia prima se refiere. Compran fresco y elaboran con mimo, sin grandes atrevimientos que puedan alterar el sabor del producto pero con la gracia justa para que resulten interesantes. Así es, por ejemplo, su fritura de pescado. Incluye, además de boquerones, pescados de tamaño como rape o merluza. El rebozado es muy fino y se adorna con un mahonesa de ajo negro muy rica.

Fuera de la carta, suelen aparecer pescados de playa y algún marisco como unos sepionets preparados en su tinta o unas ortiguillas de muy buen tamaño. Los arroces tienen mucha miga. Son de una capa finísima, preparados con fondos nobles y cocidos al borde del límite. En ellos tiene tanta importancia el arroz como sus acompañantes. El arroz a banda no se sirve con los típicos trozos de calamar sino con unas lustrosas cigalas y unos lomos de calamar que se dejan caer en la superficie.

Uno de los protagonistas de la carta es el chuletón de vaca vieja. Son de Luismi, al que llaman el carnicero de las estrellas. Se trata de un vasco apasionado de la carne que rastrea toda la geografía española (sobre todo Galicia y la cornisa cantábrica) y compra la mejores canales de España. Proveedor de asadores tan prestigiosos como Askua, la marca Luismi se ha convertido en una garantía de calidad que solo unos pocos restauradores pueden exhibir en su carta (Luismi elige muy bien a quien vende). Aquí la tienen y diferencian (también en el precio) entre el lomo alto y el bajo. Tiene un coste, como siempre ocurre con la calidad, pero vale la pena.