El Nobel de Física premió ayer a tres científicos estadounidenses por su papel en la puesta en marcha del detector LIGO y la detección de las ondas gravitacionales, que Albert Einstein había anticipado un siglo antes. La Real Academia Sueca de las Ciencias destacó que Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne han contribuido de forma «decisiva» para culminar cuatro décadas de esfuerzos y coronar un proyecto en el que han colaborado más de un millar de científicos de una veintena de países y que ha revolucionado la astrofísica.

El Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO) detectó en septiembre de 2015, aunque no se difundió hasta cinco meses después, ese tipo de ondas, las fluctuaciones en el espacio-tiempo producidas por la aceleración de los cuerpos masivos cuando explota una supernova o colisionan agujeros negros.

Desde que Einstein las formuló en su Teoría General de la Relatividad, muchos físicos intentaron detectarlas, aunque incluso el propio científico alemán llegó a creer que nunca se podrían medir o dudó de que no fueran sino una ilusión matemática.

Entre las colaboraciones del estudio se encuentra un equipo de la Universitat de València (UV), liderado por José Antonio Font. El premio «nos salpica de alguna forma, lo sentimos como nuestro», dijo ayer Font, director del departamento de Astronomía y Astrofísica de la UV. Font mostró satisfacción por haber participado en este hallazgo, que supone una «revolución en el conocimiento del universo».