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Tórtola: "Es una novela coral de mujeres donde tengo mis dudas con el Pablo Neruda ser humano"

"No se puede ir contando penas y tristezas, tenemos poco tiempo para vivir y para mí cada día es un regalo"

Tórtola: "Es una novela coral de mujeres donde tengo mis dudas con el Pablo Neruda ser humano"

Amparo Tórtola publica su primera novela Apenas unos segundos, pero lleva escribiendo toda la vida. Un relato muy trabajado, como la técnica japonesa del «kintsugi», que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, para embellecerlo.

¿Un puente histórico y afectivo entre València y Chile?

Una casualidad. Había oido la historia del barco Winnipeg, empiezo a investigar, pero no se lo digo a nadie. Mi hija estaba en Chile en ese momento, y me llama para decirme que ha visitado una de las casas de Pablo Neruda y me ha comprado un libro sobre Winnipeg, el barco de la esperanza.

Eso es más que casualidad.

De repente todo encaja en esta historia que me resulta muy seductora y desconocida.

Se nota el trabajo de investigación.

Es como una cesto de cerezas, estiras y van saliendo. Estiras de Winnipeg y sale la maternidad de Elna. Sigues estirando y sale el papel de los cuáteros en la Guerra Civil...

¿Le ha costado mucho?

Han sido nueve o diez meses de escritura, pero dos años de investigación.

Con el papel de protagonista secundaria de Delia del Corral.

Es un personaje interesante. Con ella pasa lo que a muchas mujeres de sus años. Están siempre en la retaguardia, detrás de sus parejas. En su caso, el famoso es Pablo Neruda, también en esta odisea del Winnipeg. A Delia le llamaban la "hormiguita" sus amigos, no por casualidad.

Se nota un cierto raje hacia el Neruda hombre.

Siempre admiraré al poeta Neruda, como al Picasso pintor, o al Diego Rivera muralista..., pero han tenido a su lado a mujeres de una entrega maravillosa siempre en segundo plano. Tengo mis dudadas con el Neruda ser humano.

Delia, Paz, Guillermina, Laia, Elisabeth, Alegría, Lucía... ¿Novela de mujeres?

Es una novela coral de mujeres. Hay un personaje que me gusta mucho, Eduardo, el marido de Paz, padre de Guillermina, abuelo de Alegría y bisabuelo de Lucía. Me parece un hombre atrapado en su época.

De hecho, sale bien parado en la novela.

Intento no dejar mal a nadie.

Con el matrimonio de Eduardo y Paz hace un retrato muy cruel de la burguesía valenciana de los años treinta.

En el libro hay parte de información personal y otra inventada.

Hay dos pasajes emocionantes. El reencuentro de Joan y Laia con Guillermina y Alegría antes de embarcar en Burdeos en el 'Winnipeg'.

Cuando escribía la novela había momentos que pare de escribir, sobre todo cuando estaba investigado todo lo que tiene que ver con los preventorios franquistas.

El otro es el abrazo de Lucía y Laia en la casa de Delia en Michoacán de los Guindos.

Hay una parte que me gusta mucho, la de esa mujer que tiene muchos hijos y acepta convertirse en ama de cría. Y esa historia es cierta.

Lucía, la narradora, dice "al final, siempre lloramos y siempre lloramos por nosotros mismos, aunque la vida nos suele proporcionar cuartadas".

Sí.

"Somos los niños que fuimos. Siempre".

A los 20 años no me planteaba esas cosas.

Y también, "vivimos en un mundo de locos, no aprendemos de los errores del pasado, ni del presente".

Se puede aplicar ahora mismo a todo lo que estamos viviendo. Tanto en el ámbito nacional, autonómico, internacional. Lo más grave no es que siempre cometemos los mismo errores, es que vemos como los demás están cometiendo los errores, y sin embargo no hacemos nada.

¿Cómo divide su actividad de periodista atenta a la actualidad con la de escritora?

No hago distingos. Me acuesto leyendo los últimos titulares y me levanto con los de la mañana. Y todo me sirve.

Aprovechando la actualidad. ¿Optimista o pesimista?

Creo que era Antonio Gala quien decía que era un optimista realista. En general tiendo al optimismo porque he vivido tantas vicisitudes negativas. He tocado fondo un par de veces en mi vida, una cuando estuve enferma de cáncer y a partir de ahí cambia tu escalas de valores. Pero hay una cierta tendencia a dramatizar cualquier incidente.

¿Y la actualidad valenciana?

Hacía falta un cambio de gobierno. Estamos en mitad de la legislatura y se empieza a notar el desgaste, en el ayuntamiento mucho más porque es una administración cercana. Y el gobierno autonómico se tiene que poner las pilas.

"Aprendí allí, en aquella casa chilena envuelta en melancolía, que el tiempo no cura las heridas del alma, las mantiene en duermevela". ¿Que ha aprendido en 'Apenas unos segundos'?

Primero que puedo escribir una novela, que me ha dado ánimo para empezar con la segunda. Y luego que después de muchos años de ser periodista, el periodismo es más impersonal. En la novela estás tu en cada linea, en cada personaje, sean masculinos o femeninos, y eso te convierte en una persona vulnerable.

Al final hay un desacuerdo entre lo que dice Delia ("saberlo todo es demasiado") y la narradora, que opta por la técnica japonesa del 'kinsutgi'.

Una técnica que aplico a todo. No se puede ir por la vida contando penas y tristezas. Tenemos muy poco tiempo para vivir, y para mi cada día es un regalo. Y somos muy duros con nosotros mismos.

Dice que ya está en la segunda novela.

Transcurre entre finales del siglo XIX y del XX en València y tiene que ver con una figura muy desconocida, la de un botánico francés que llega para ser el jardinero mayor del Jardín Botánico.

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