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La cara del último barroco valenciano

Un coleccionista compra en una subasta un autorretrato atribuido a Gaspar de la Huerta, en paradero desconocido desde hace doscientos años

En diciembre de 1714 murió Gaspar de la Huerta, quien para muchos estudiosos es el último pintor barroco valenciano. De la Huerta debió ser un hombre de pelo largo y canoso, barbilla prominente, nariz alargada y puntiaguda y gesto adusto. Pero claro, eso lo sabemos ahora gracias a la Colección Carmen Soto, situada en Moraira, que acaba de adquirir en una subasta el único autorretrato conocido de este artista que, entre otras obras de temática religiosa, pintó al óleo el lienzo de los techos de la llamada «galería dorada» en el Palau Ducal de Gandia.

«Juan Carlos Bertomeu, que es el fundador de la colección, y yo estábamos interesados en adquirir obra de Gaspar de la Huerta, porque es una obra que está valorizada aunque no es de las más conocidas de la pintura valenciana», explicaba ayer Luis M. Ramírez, gestor cultural de la Carmen Soto y presidente de Acció pel Patrimoni. «Nuestro objetivo era buscar y adquirir un óleo de la Virgen de los Desamparados, pero nos encontramos que salía a subasta su autorretrato, del que no se sabía nada desde hace doscientos años», añade el gestor.

Efectivamente, hasta ahora sólo existían referencias escritas sobre el cuadro -un óleo sobre lienzo pegado a tabla de 40,5 centímetros de alto por 29,4 de ancho-, que ahora ha salido a la luz. «De la Huerta falleció en 1714 y la pintura podríamos datarla a finales del siglo XVII -explica Ramírez-. Es imposible saber si el autorretrato fue un ejercicio de estilo, o alguien se lo pidió. Nosotros, tras enterarnos de su existencia, comenzamos a indagar en la historia del retrato en busca de datos que pudieran apoyar su autenticidad. Y los encontramos en la Biografía Pictórica Valenciana de Marco Antonio de Orellana y en Historiografía del Arte Valenciano, de Antonio Igual Úbeda».

Estos dos escritos hacen referencia a Antonio Pascual y García de Almunia, nacido en València en 1713 (un año antes de la muerte de De la Huerta) y criado en una familia acomodada y en un ambiente ilustrado. Llegó a ocupar el cargo de regidor del Ayuntamiento, fue miembro de la Real Academia de San Carlos y de otras instituciones ilustradas de su época. Antonio Pascual, residía en una mansión ubicada en la Calle San Vicente justo en frente de la iglesia de San Martín. Orellana y Úbeda nombran los ricos salones de aquella casa, la cerámica existente, y, sobre todo, la colección de pintura, que fue una de las más importantes de la ciudad.

«Allí tenía desde bodegones, a floreros del pintor José Ferrer, Ribaltas y Camarón, entre otros -señala Luis M. Ramírez- Alguna de las obras que coleccionaba era herencia de sus tíos Francisco Pascual y de Felipe Pascual, los dos Pavordes de la Catedral de València. Y también tenía veinte óleos de Gaspar de la Huerta». Uno de estos óleos era una pintura de Nuestra Señora de los Desamparados, uno de los motivos favoritos del pintor nacido en la localidad conquense de Campillo de Altobuey pero que se trasladó a València a los 6 años. El tema de las otras 19 pinturas se desconoce «excepto un autorretrato del pintor procedente de Burjassot».

Efectivamente, y según se refiere Orellana, en 1777 el escultor Francisco Sánchez, trabajando en el retablo de la iglesia de Burjassot, localizó y adquirió el autorretrato de Gaspar de la Huerta, pasando posteriormente a la colección de Antonio Pascual. «No sabemos sí el escultor adquirió el autorretrato para su colección particular o actuó como intermediario para otro coleccionista -explica Luís Ramírez-. Pero sí sabemos que Antonio Pascual falleció en 1811, en plena Guerra de Independencia, y que su residencia fue destruida en 1897 para edificar el edificio que actualmente existe en la calle San Vicente. Desde el fallecimiento del ilustrado Pascual, se pierde la pista de la obra, hasta que 200 años más tarde se puso en venta en Madrid».

Así fue, hace un año el coleccionista Juan Carlos Bertomeu adquirió el autorretrato que se ofrecía por un precio de salida de 800 euros y un precio de remate de 1.100, según aún figura en la página web de la mercantil. En el reverso del cuadro, los compradores encontraron una etiqueta en papel «adherida en la segunda mitad del siglo XVIII y que, según estiman, confirmaría junto a los datos bibliográficos la autenticidad de la obra: «Gaspar de la Huerta fue natural del Campillo, estudió en Valencia con Jesualda Sanchiz el arte de la pintura. Murió en dicha ciudad a 18 de diciembre de 1714 a los 73 años de edad, se enterró en el convento de San Francisco de dicha ciudad». Según indica Luís Ramírez, estos datos los habría copiado Antonio Pascual de una obra de Antonio Palomino que contiene varios errores, como el de la edad de fallecimiento o el del apellido de su suegra.

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